jueves, 18 de abril de 2013

Sobre la feria de Sevilla

Estoy pasando una feria que no me divierto ni un día en los toros. Y es que no se ha lidiado todavía una corrida de toros. El síntoma es fatal. Si en Sevilla, cuna de  toda la afición, se prescinde del ganado, relegándolo a segundo término; si en Sevilla no se le da al toro toda la importancia que el toro tiene en la Fiesta, esta afición, ya hoy muy falsicada, va a perder el poco carácter que le queda.

En Sevilla debían verse los mejores toros, porque pasan del campo a la plaza, sin los inconvennientes de un largo viaje. En Sevilla debiera existir la rivalidad, la noble rivalidad, que es estímulo de ver quién presetna mejor corrida de toros. Están en su pueblo, están en su casa; venimos gentes de todas partes a visitarles, dispuestos a la admiración desde que tomamos el tren y a no regatear ni a hoteleros ni a cocheros, para quienes indudablemente se invetó la feria de Sevilla.

Esto debiera ser la Meca del toreo. Pues no lo es, y cada año lo será menos, porque aquí, cada año tiene menos importancia el toro, y, si me apuran ustedes un poco, diré que también cada año tiene menos importancia el torero. Hubo combinación, que no señaló por no herir susceptibilidades y porque basta con leer el cartel para verlo, que si no dice arriba el cartel que es la feria de Sevilla, nadie lo hubiera creído. Sevilla, que siempre fue una región aparte y única en esto de los toros, cada día pierde más su privilegio, la exclusiva que se le concedió, y por exigencias de unos, condescendencias de otros y compadrazgos de todos, las corridas de Sevilla van acabar por no tener más importancia que las de otra feria cualquiera, y aún citaría yo ferias donde no pasa lo que pasa en Sevilla.

Escribía don Gregorio Corrochano estos parrafos en el inicio de una de sus crónicas de la Feria de Sevilla de 1920. Sin duda, valdría para los tiempos actuales. Sevilla ya no es lo que era. 

 Todo el mundo habla de la media de Morante.

Foto: Mundotoro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario