Que alegría. Parece que vuelve de verdad. Se empieza a ver la luz del final del túnel, en el que llevamos metidos casi dos años. En el mismo lugar donde un día te hiciste grande. Y te alzaste junto con las figuras del toreo. Que ganas teníamos de verte maestro. Volver a ser el de siempre. Te la jugaste en una sustitución muy criticada e injusta. Sabías que no te la merecías. Pero te veías capaz de levantar el vuelo, lleno de confianza. Una dura y arriesgada apuesta a cara o cruz. Y te salió bien. Porque te veías capaz. Madrid te la debía y tu no podías fallar. En una tarde en la que pasó de todo. Una desagradable y horrorosa cornada a Julio Aparicio, hizo estremecer el tendido. Morante quería pero no podía con el desafortunado lote. Y tu maestro tuviste la suerte de que te saliera el menos malo de todos en último lugar. Como último cartucho de tu arriesgada apuesta y de salir de una vez de este miserable desierto, donde llevas ya demasiado tiempo deambulando. Esperemos que esto no haya sido un simple oasis y podamos ver muchas tardes a El Cid de siempre. El de las grandes tardes. Suerte Maestro.
N.T.C
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