martes, 26 de julio de 2011

Premios de risa

Finalizada la feria de Julio es la hora de los premios. Y la diputación ya ha echo público los triunfadores. Totalmente de acuerdo con que la corrida de La Quinta fue la mejor. Y el mejor toro el sexto de dicha tarde. Buen toro y buena faena de Alberto Aguilar. No se puede comparar esta faena con la faena aseada a un toro-burra de Garcigrande realizada por Enrique Ponce. La faena de Alberto tuvo emoción, se entregó en cuerpo y alma al santa coloma que para nada era tan fácil como el que le tocó en suerte Enrique Ponce. 

Enrique es torero de casa. Y sea cual sea siempre el resultado de la feria siempre tiene que llevarse algo, algún año se lo habrá merecido pero esta última feria no. 


Tampoco se está de acuerdo con el triunfador de la feria, José Tomás. Fue triunfador de mas entradas vendidas. Pero la tarde se la llevo el mejicano Arturo Saldívar. A lo mejor hubiera podido estar mejor con su lote, puede ser, pero este torero es nuevo y lleva muy pocos paseillos realizados como matador. Además estuvo a la altura en una tarde de fuerte compromiso donde iba como actor secundario o simple espectador.

En fín la cuestión es que las figuras se lleven algún premio para que se contenten y así al año que viene vuelvan. Yo pienso que lo de los premios es lo de menos, y en el recuerdo me quedo con La Quinta, ALberto Aguilar, Arturo Saldívar y porque no José Tomás (aunque pienso que no es merecedor del premio como triunfador de la feria). 

domingo, 24 de julio de 2011

José Tomás casi la perfección, Arturo Saldívar Puerta Grande.


Ya lo tenemos aquí. Ya ha reaparecido. Y de que manera. Expectación a lo grande. La corrida de El Pilar fue mala, con mala picardía. El pobre José volvió a recibir una espectacular voltereta. De las que te dejan 15 días en la cama sin moverte. Gracias a dios y al parecer no fue nada. Se confío con el quinto al inicio de faena por estatuarios. Pedazo cabrón le tocó en el sorteo. De esos que te quieren cojer sea como sea. Pero ahí estuvo el de Galapagar, demostrando porque manda en esto del toreo. Y tanto que lo demostró. El viento se hizo notar, con ello numerosos enganchones. Aun así José Tomás demostró su concepto, con que ideas viene, con la de mandar, poderles, mano baja  y un compás más abierto nunca visto, sea cual sea su adversario. Pasandoselos mas cerca de lo imaginable. Naturales ceñidos. Vamos el toreo soñado. Pero lo más difícil es crearlo ante un hijo puta como el que le tocó ayer.
 
Su reaparición tenía que ser una fiesta, el primero en apuntarse Arturo Saldívar. Le tocó en suerte el mejor lote. También recibió palo. Al salir de una tanda con su primero se confió y el toro se le arrancó propinando una fea cogida sin consecuencias. Corto una oreja a cada toro. El joven mejicano demostró ganas y supo salir del paso en una tarde de mucho compromiso. Los ojos estaban puestos en otro pero agradó al público y se llevó premio. Puerta Grande.

Victor Puerto, último invitado para la fiesta. Sabía que esto no iba con él. Intentó agradar, demostró mucha disposición. Tuvo un lote con poca gracia de más a menos, con falta de emoción. Dejó algún detalle. En general actuación muy buena.

Al final José Tomás no cortó las dos orejas, ni salió a hombros. Algunos aun se están acordando del presidente. Pero eso es lo de menos. En la retina se quedará esa pureza con la que ha vuelto. Esa perfección que quiere realizar. Este romántico del toreo no le hace falta demostrar que es el número uno porque ya lo es. Pero su afán de superación hace que sea algo más que un mito. Allá en Aguascalientes volvió a nacer. José Tomás esta muy vivo pese a quién le pese.

Cronica de Andrés Verdeguer. Cornadas para todos

TARDE DE EMOCIONES EN LA REAPARICIÓN DE JOSÉ TOMÁS Y PUERTA GRANDE PARA ARTURO SALDÍVAR

 Plaza de toros de València, 23 de julio de 2011. Feria de Julio. Toros de El Pilar, de correcta presentación, estrechitos, pero bien puestos por delante. El peor presentado el segundo. Salvo primero y cuarto, el resto con casta. Lo mejores, tercero y sexto. Víctor Puerto (ovación y silencio), José Tomás (ovación y una oreja con petición de la segunda y dos vueltas al ruedo) y Arturo Saldívar (una oreja en ambos y salida por la Puerta Grande). Lleno de hay billetes.

Corridas así a uno le dejan roto. Roto de emociones. Tarde histórica en la Plaza de toros de València. Tal vez ya lo era antes de empezar y así se palpaba en el ambiente e incluso un mes antes. Tarde de contrastes y cientos de matices. Por la reaparición de José Tomás, con todo lo que supone y con todo lo que lleva detrás. Porque allí todos querían sentir con los cinco sentidos. Porque el toreo fue intenso, la torería corrió a raudales y porque todo fue de una verdad absoluta, sincera y a cara de perro.

José Tomás reapareció 15 meses depués de la tremenda cogida en Aguascalientes que casi le cuesta la vida, y volvió para irse al mismo sitio, con la misma pureza e igual o más entrega al toreo y a la vida. Y como compañeros de cartel Víctor Puerto y el mexicano Arturo Saldívar que no vinieron simplemente por estar. Sino que vinieron a entregarse. Lo del mexicano, puro 'maracanazo'. Salió a quedarse quieto, a hacer el toreo y a triunfar. Y vaya si lo hizo porque se fue en volandas por la Puerta Grande con todas las de la ley.


La corrida de El Pilar fue de correcta presentación, estrechita, pero bien puesta por delante, e interesante en sus comportamientos, aunque no estuvo sobrada de fuerzas. El toro con el que volvió José Tomás fue muy asardinado y con mucho que torear. Los más sin fondo y flojos, los que le tocaron a Víctor Puerto. Y los mejores, dos toros de verdad importantes, los de Saldívar, sobre todo el sexto, que se llamaba 'Dudón'.


José Tomás cortó una oreja, pero lo más importante fueron todas las senciones que dejó. Inmenso por actitud y discurso, los de su capote y poderosa muleta. Mientras que Víctor Puerto, más desafortunado con el lote, sobre todo, ofreció una lección como director de lidia siempre atento, siempre donde se le requería, y eso también es signo de torería.


José Tomás, de lila y oro, le cogió el pulso a la tarde en el quite al primero. Por delantes, finos y suaves y media de remate. Toda una declaración de intenciones para todo lo que vendría después frente a dos toros inciertos que no fueron ni mucho menos la tonta del bote.


Protestón fue 'Burreñito', el castaño con el que reapareció. Picado con justeza y quitado con soberbió quite por gaoneras con el compas abierto y en una baldosa, sin enmendarse. José Tomás en estos 15 meses ha crecido en su tauromaquia. Encajado de riñones, las zapatillas sujetas al albero y de frente por detrás. Otro golpe a los corazones. Y Saldívar que tampoco dejó escapar su turno para decir aquí estoy yo, quieto como un palo quitó por tafalleras


Al toro, que no tenía costumbre por humillar, José Tomás le indilgó faena de mano baja, mucha profundidad e impávida quietud. Atornillado por completo, ligó y sometió. Muletazos de emocionante pureza a un toro no fácil en los mismo medios, totalmente entregado y encajado de riñones. Que hubo enganchones y que fue desarmado dos veces porque el toro le piso las telas, sí. Pero el toreo es un arte imperfecto y lo que embestía no era un carretón ni mucho menos. Pudo y llevó más largo y sometido con la diestra, con la mano totalmente soterrada e insistió con la zurda como signo de torería. Por el fallo a espadas la actuación quedó en rotunda ovación.

Este toro lo había brindado al equipo médico de Aguascalientes que le atendió de la cornada que casi le cuesta la vida.


El quinto, colorado y algo acaballado, tuvo tendencia a humillar y a vencerse un pelín por el izquierdo, lo mismo que a mansear y salirse suelto. Así lo hizo del primer encuentro con el picador. La seguda vara, más cogida, no lo acabó de aplomar y el toro quedó crudo. Entre medias, y otra vez abriendo el compás, hizo un quite por chicuelidas abrochado con una media abelmontada --señas de identidad-- y una torerísma larga como recurso para vaciar al toro que se había vuelto. Saldívar no quiso quedarse callado y se explicó con uno de frente por detrás y por alto.

Tras brindar al público, José Tomás citó en los mismos medios para iniciar con ayudados por alto. Y allí vivimos otro milagro. El toro, cambió la dirección en el último instante, atropelló a José Tomás, lo lanzó, le dio la vuelta de campana y la cogida y, sobre todo, la feísima caída hizo temer lo peor. Por suerte, el matador se levantó totalmente noqueado y tras unos minutos en el callejón volvió a la cara del toro.

Fue un exceso de valor probablemente contra la razón y por suerte un auténtico milagro. Lo suyo y lo que hizo después del tremendo viaje era doblarse y someter al encastado y mansurrón de El Pilar, siempre buscando la huída y al que JT siempre esperó y citó en los medios para poderle.


Lo que parecía imposible, el hombre se impuso ofreciendo todas las ventajas al toro, pero nunca sus terrenos hasta el final. No fue una faena limpia, pero si cargada de sinceridad. El son del toro no era el de salida con cadente humillación. Protestó y no tuvo voluntad de embestir. Fue todo pura provocación. Muy enganchado en redondo, fue con naturales impuros pero por abajo donde acabó el toro por entregar las cartas. Y ya en terrenos de chiqueros y tras unas manoletinas, otra vez con el compás abierto, mató de buena estocada. La plaza, un clamor, pidió las dos orejas. Fue una, la presidencia mantuvo el tipo y José Tomás dio dos vueltas al ruedo. Más que los trofeos lo que quedó fue otro milagro y una actitud de torerazo de impresión.


Arturo Saldívar quiso también interpretar papel protagonista en tarde tan histórica y acabó sorprendiendo por su tremendo valor y concepto. No renució a su sitió y se reivindicó con la capa, quedándose quieto y haciéndoles faena a los dos mejores 'pilares' de la tarde.


Con un cambiado por la espalda inició la faena a su primero para después pasárselo por la faja en una larga serie de redondos de mano muy baja que pusieron la tarde más cara todavía. No sólo estaba José Tomás. Arturo Saldívar también tenía qué decir con la muleta siempre arrastras.


Toro con mucho que torear el tercero y que sorprendió a Saldívar por la espalda tras rematar una serie. Afortunadamente no pasó nada. El toro era de los que siempre piden y exigen más y encontró en Saldívar a un contrincante que nunca rehuyó la pelea.


Y si bueno fue el tercero, el sexto todavía más. 'Dudón' se llamaba y menudo fue. Repetidor incansable, persiguió con afán la muleta baja de Saldívar, que si bien condujo la embestida, no la sometió del todo. Era el toro el que se metía conforme avanzaban las tandas en el terreno del torero. Lo de las fuerzas centrífugas y centrípetas del toreo y la bravura del toro. Y por eso mismo y la actitud de Saldívar, el guiso tuvo emoción. Las manoletinas finales de gran ajuste y la estocada buena resolvieron en el meritorio premio de la oreja y la salida por la Puerta Grande. Es para darle la enhorabuena al chaval y a todo México. Aquí hay torero, hermanos.




Víctor Puerto trajó magnífica actitud. En su primero arrancó fuerte, contestando al quite de José Tomás, como queriéndole decir que esto está así, y en un comienzo de faena de rodillas en el que ligó en las rayas seis o siete muletazos largos y templados que pusieron la tarde más cara todavía. Luego pudo soplarle otra serie más buena de verdad, pero a partir de ahí el toro echó el cierre.


Más pronto todavía lo echó el cuarto, y Puerto no tuvo otra que meterse entre los pitones para justificarse. Pero si no pudo lucirse, en lo que sí que destacó fue en la colocación durante toda la tarde y en la dirección de lidia. Ahí estuvo magistral.


En fin, tarde para la historia cargada de emociones en la que reapareció José Tomás en toda su grandeza y verdad y en la que Arturo Saldívar no dio una alegría de las buenas. Enhorabuena a todos los que somos capaces de emocionarnos.

sábado, 23 de julio de 2011

23 -J gran revuelo en Valéncia.

Hoy 23 de Julio de 2011. Reaparece el que muchos estaban esperando, José Tomás. Después de 15 meses de su cornada en Aguascalientes. Será en Valencia. En el fortín de Simón Casas. A estas horas Valencia debe estar ya conquistada de tomasistas.

Qué fáciles son las orejas para unos

Cartel de no hay billetes compuesto por representantes del G10. Enrique Ponce, Julián López El Juli y José María Manzanares. Toros de Garcigrande y Domingo Hernández. Faena de peso de Enrique Ponce, en su estilo, fallada por la espada. Manzanares corta una oreja a cada uno de sus toros abriendo la puerta grande. El Juli con el lote más malo poco puede hacer. Corrida mal presentada, más propia de un pueblo que de una plaza de primera. Es lo que hay cuando llegan las figuras. Y recordarme que el otro día se le negó la segunda oreja a Alberto Aguilar con un buen toro de La Quinta. 


Crónica de Andrés Verdeguer. Blog Cornadas para todos.
MANZANARES POR LA PUERTA GRANDE EN TARDE SIN EMOCIÓN

Plaza de toros València, 22 de julio de 2011. Feria de Julio. Toros de Domingo Hernández y Garcigrande sin presencia y bajos casta. El tercero fue el mejor. Para Enrique Ponce (silencio y ovación), El Juli (ovación en los dos) y José María Manzanares (oreja y oreja). Lleno de hay billetes.  


Alguien se está cargando la corrida como rito de riesgo, arte y emoción; para prueba la aparición del G-10, Ponce, EL Juli y Manzanares, que acabó saliendo por la Puerta Grande, en la Feria de Julio. Que, por otra parte, bendita aparición porque hacía tiempo que este ciclo histórico de Sant Jaume no registraba un lleno de no hay billetes. Aunque todo hay que decirlo, esto es por la (re)aparición de José Tomás mañana y por otra cosa. 

Se veía venir. Ya lo apuntamos con la corrida de La Quinta e incluso con la novillada de Los Galos, de la que Simón Casas es co-propietario. Se cumplió el pronóstico del novillo 'atorado' y del toro (de las figuras) anovillado. Y descastado, hueco, bobo, simple, sin aristas que pulir, que lidiar.  

Pura pantomima fueron los primeros tercios en toda la corrida. Tercios de varas para cumplir el trámite sin pena ni gloria porque todo quedaba a expensas de las faenas muleta. 

 
Y con esas reglas del juego fue José María Manzanares quien sacó tajada. Le cortó una oreja a su primero, una auténtica cabra impresentable. Arreciaron las protestas, pero para entonces la autoridad ya le había metido una puñalada a la afición permitiendo que se escupiera al ruedo de València semejante especimen.  


Crudito, el animal quedó en bendito para uso y disfrute de Manzanares. Muletazos de trazo largo, tanto como daba de sí la embestida del novillo, que debaja estar y no molestaba. Y aún así pudo haber más limpieza. 


Manzanares aplicó su particular arte, empaque y gusto. En redondo y sobre todo al natural. Suficiente para que el personal jalease su actuación, pero a decir verdad la faena careció de emoción, de la emoción del toro bravo. Mató recibiendo a la segunda, puso a la plaza en pie y cortó una oreja.
  
Con el sexto la 'lidia' transcurrió por similares derroteros con la salvedad de que el toro, con una pizca más de presencia, resultó más descastado todavía hasta acabar metido en tablas. 

Manzanares decoró la faena con un par de trincherillas, puro aleteó de la punta de la muleta, un molinete y una serie, la mejor, ya al final muy ligada rematada con un cambio de mano que fue un placer, puro toreo de salón. Y otro vez mató a recibir por pura cabezonería, con el toro pegado a tablas y por eso, porque se salió con la suya cortó otra oreja, la que le abría la puerta grande. 


Enrique Ponce, para variar, alargó sus faenas una eternidad. La primera careció de todo sentido. Toro flojo y amuermado al que llevó por la periferia una y otra vez. Y todo carecía de sentido.  


El cuarto, bajo, amplio y acapachado fue un dechado de nobleza. El más toro y el mejor de la tarde. Ponce le abrió faena por abajo. Hubo un doblón que fue un auténtico cartel, pero un desarme en el de pecho emborronó tan bello inició. 

Faena buena de Ponce. Temple y ajuste en muletazos muy enroscados en redondo. El natural no le salió tan ligado. Luego vinieron las poncinas y algún que otro detalle más con todo a favor de corriente. Y a todo eso, a un toro sin dejar de embestir pastueño una y otra vez. Sonó un aviso antes de entrar a matar y pinchó. Metió una casi entera y sonó otro aviso. Atronó al toro al tercer golper de verduguillo.  


El Juli no tuvo una tarde redonda, pero dejó lo mejor y más sabroso de la tarde. Fue el quite que le hizo al segundo de Ponce por chicuelinas con el broche de una media tremenda de manos bajas rematada atrás barriendo la arena en el mismo centro. 


Sobre todo eso, y también la última serie a su primero. De esa faena, lo mejor fue como sujetó al castaño, con cierto cuajo, como le admistró los terrenos. El Juli aquí pudo. Y la última serie fue la demostración. De los medios se fue al tercio con el toro, mansurrón pero con buen son, cuando ya lo tenía exprimido. Y ni corto ni perzoso volvió a los medios, citó y le sopló una serie a derechas mandona y de mano baja en el mismo centro de gran rotundidad. Falló a espadas, cosa rara, y perdió el trofeo.  


Al quinto, que se tapaba por la cara y que fue por delante el más serio de la tarde, pero por detrás un culo pollo --como se dice en el argot no oficial--, tardo y mansurron, El Juli no acabó de encontrarle el punto. Lo intentó en toques serios, pero sin ligar ni encontrar el sitio. Fue una pelea que acabó en tablas.
Crónica por Andrés Verdeguer. Blog Cornadas para todos

viernes, 22 de julio de 2011

Despedida de Barrera con puerta grande y un buen Juan Pedro Domecq.

Otra tarde más en la Feria de Julio de Valencia.


Crónica por Andrés Verdeguer, blog Cornadas para todos

VALÉNCIA DESPIDE A VICENTE BARRERA POR LA PUERTA GRANDE.


Plaza de toros de València, 21 de julio de 2011. Feria de Julio. Toros de Juan Pedro Domecq de muy justa presentación y casta (1,3 y 6). Los mejores 2 y 5. Para Vicente Barrera, que se despedía de esta plaza (silencio y dos orejas), El Cid (una oreja y ovación) y Daniel Luque (silencio en los dos). Más de media entrada (unos 6.000 espectadores).  


Vicente Barrera se despedía de su plaza y su afición decidió sacarlo por la Puerta Grande. Esa afición a la que impactó una mañana de marzo del 92 el día de su debut como novillero y a la que le regaló faenas para el recuerdo. Como las del día de San José en el 96 o aquella tarde de julio con los Victorinos y muchas más a lo largo 17 años de alternativa que se cumplirán el próximo 25 de julio, aquel día con toros de Moura y Curro Romero de padrino y Litri de testigo. 


El público valenciano no quiso fallarle a Barrera en su adiós y le premió con la salida por la Puerta Grande. Generosa a todas luces tras una faena correcta, sin especiales brillos, pero hecha con el corazón y bien rematada a espadas. 


La carga emotiva vino con la pausada vuelta al ruedo despidiéndose de todos y cada uno vestido de luces --bueno, de blanco y azabache, en el atuendo falló Barrera-- y besando el albero. Para quien firma, Vicente Barrera fue el primer novillero que le enganchó a uno cuando, servidor, todavía era un mocoso. Por ello y muchas más tardes ya demasido lejanas, gracias, Vicente. 

Pero el toreo es cuestión de actitud y de otras muchas cosas más. Y cuesta mucho mantenerse arriba. Vicente Barrera lo logró durante un lustro, que no es cualquier cosa. Pero la obligada renovación del escalafón, cogidas y lesiones a destiempo con la consiguiente pérdida de sitio, lo fueron apartando.

Pero en València nadie le discutió su sitio, al contrario: siempre fiel, le dio esa chispa que siempre necesitó su mucha afición para seguir. 

Barrera empezó la tarde desangelado, claro síntoma de retirada, y entre él y la simplería del primer 'juampedro', acabaron aburridos.  

En cambio, El Cid, inmerso en ese constante reencontrarse consigo mismo y la actitud de figura defendiendo su sitio, ha tenido en València un filón bueno esta temporada. 


Triunfó en Fallas con la corrida del Capea, cuajó a medias a un Victorino en el mano a mano ganadero con Miura, y esta vez por julio no se entretuvo para exprimir al buen Domecq que le salió en primer lugar. 
 

'Vaya-tío' se llamaba. Y así era, un tío con cuajo, remate, alegría en el galope y esa punta de casta hasta que le duró.  


Porque ya digo, El Cid lo exprimió. Correcto de capa, quite incluido, dándole lo justo en el caballo y luciéndolo mientras pudo. Así, inició clásico sobre la diestra, en los medios, con metros de distancia y esa seguridad de que iba a meter al toro en la muleta sí o sí. 


La tela por delante en clara apostura 'cidista', ni una duda, temple y ligazón. Todo por abajo, que es el único sitio por el que El Cid sabe hacer el toreo. Reunido en redondo, largo y curvo el trazo en dos series bien rematadas con el de pecho. Y por la izquierda otras dos series más, pero de menor mando.  

Con el toro ya más quedado El Cid no veía la forma acabar entre alardes y arrimones que más que sumar restaron. Estocada desprendida y algo trasera, oreja. 


El Cid una vez más se volvió a llevar el lote de una corrida de Juan Pedro que tuvo dos toros, toros --primero y segundo--, y el resto más anovillados.  


El quinto, jabonero sucio y demasiado bajo, tuvo que torear. Siempre engallado y enseñando las puntas, embistió a regañadientes. El Cid tuvo que llegarle mucho, echar la pata adelante y tocarle fuerte para hacerlo romper. Primero sobre el derecho en dos tandas y luego una sobre la zurda con la que ya se metió entre los pitones. El pinchazo le privó del trofeo, dejando toda la Puerta Grande para Vicente Barrera. 


Para Daniel Luque fue el peor lote. Sólo pudo dejar lo mejor de su actuación con la capa. Su primero fue un anovillado 'juampedro' con el que únicamente pudo ponerse bonito en un trasteo carente de emoción. El sexto fue un jabonero enano sin casta alguna que no sirvió para nada.  
 
Crónica por Andrés Verdeguer, Blog Cornadas para todos





Nota durante la tarde hubieron dos banderilleros a destacar con los palos. El primero fue Blázquez de la cuadrilla de Vicente Barrera. Sensacional, un día tocará hablar de lo hombres de plata de Valencia. Hay de muy buenos. El otro protagonista El Boni, de la cuadrilla de El Cid.



jueves, 21 de julio de 2011

Buena tarde de toros de La Quinta.

Aquí os dejo la crónica por Andrés Verdeguer de Cornadas para todos.

 FERIA DE JULIO/ JOSÉ CALVO, ALBERTO AGUILAR Y EL TOREO LENTO A LOS LUCEROS DE LA QUINTA.

Plaza de toros de València, 20 de julio de 2011. Feria de Julio. Toros de La Quinta, serios y con trapío. Con peligro el primero, nobles y de mucha calidad cuarto y sexto. José Calvo (ovación y una oreja), Tomás Sánchez (silencio y ovación) y Alberto Aguilar (silencio y una oreja con petición de la segunda). Cerca de media plaza (unos 5.000 espectadores). 

El cartel de la feria, entiéndase, por conjugar --a priori y a posteriori-- toros y toreros, dejó los espíritus de la afición rebosantes. A más de uno se le puso el vello de punta al ver a José Calvo torear al ralentí o acabó con la voz con una considerable ronquera por jalear a Alberto Aguilar ante dos de santacolomas de La Quinta que fueron puro lujo. El toreo es despacio y esta vez puede que fue demasido despacio y todo. Una exageración. El toreo más lento, imposible.
La corrida de La Quinta no decepcionó. Hubo uno muy cabrón, otro soso que ni mordía ni se rebozaba, uno que apuntó pero que se quedó a medias y dos que pusieron la pasión por las nubes con tal parsimonia en sus embestidas que el regusto dejado tardará en perderse. Y encima fueron seis tíos la mar de serios. Aunque el conjunto, un tanto desigual en tamaños. 


Por cierto, que los seis que se descajonaron no fueron todos los lidiados. Hasta hubo uno el pasado sábado, me cuentan, que ya fue desencajonado hace año (!). Y los 'quintos' luceros cárdenos, de uno se transformaron en dos. Benditos sean, porque a la postre fueron los que estaban tocados con la varita.

José Calvo abrió cartel con el barrabás, llamado 'Guitarrero', que enchufó la tarde de primeras. Señoras, señores: el toro con toda su mala baba. Recortando, buscando los tobillos de salida, por debajo de los capotes. Una prenda, vaya. Calvó le expuso con su mano, la zurda --por si alguien lo dudaba-- series cortas, de emoción contenida y un susto, un claro aviso para no darse más coba. Por el derecho, imposible. 
Al segundo, precioso cárdeno, lo lució Tomás Sánchez en varas y respondió. De largo se fue al primer encuentro y salió vencedor. Tumbó al caballo, le dio la vuelta y lo levantó. Un espectáculo. Y a la segunda también, de lejos, con emoción, pero mal picado. Muy trasero. Se lució Alberto Aguilar en el quite como tarjeta de presentación.
El toro embestía profundo, pero salía distraído, sin importarle demasiado. Un Tomás Sánchez perfectamente colocado lo cuajó en redondo. Buscándolo, embebiéndolo, ganándole la acción hasta ligarlo. La emoción se palpaba porque había un toro y un torero dispuesto. Pero llegó un momento que vio un hueco, perdió de vista la muleta, tiró a dar y los cables se le cruzaron al toro. Dijo basta. Y a César Fernández le hizo pegarse una carrera tremenda. 
El tercero, negro, fue el que mejor nota sacó en caballo tras tomar dos varas empujando con los riñones, fijo y con la cara abajo. Pero luego, en el último tercio, le costó humillar. Alberto Aguilar no se arredró, al contrario. Navegó con inteligencia, primero aprovechando el más franco pitón izquierdo. Con gran firmeza y muy cruzado lo quiso llevar muy por abajo. Unas veces lo metía en la muleta, pero las que más los pitones le pasaban por la barriga, sobre todo por el derecho, por donde se revolvía con más prestanza y en una de eso le abrió la banda de la taleguilla. Mató mal.




Llegados a este momento uno empezaba a entender por qué a las figuras no les había apetecido esta corrida de La Quinta, hierro con el ya se están anunciando con bastante asiduidad. La razón, a continuación.

El cuarto, si no es por su belleza, no llega. Toro algo recortado. Era el lucero nuevo. De nombre, 'Famoso' y 500 kilos en la nueva tablilla de la plaza de toros de València. Cantó su nobleza en todo momento. Toro para disfrutar y con el que José Calvo volvió a derrochar torería. Una vez más --¿hay alguien ahí?--, sí otra más. El toreo sin exageraciones, de tremenda naturalidad, pero queriendo llevárselo, despacio, lo más atrás posible. Torero fue el inicio. Tomó vuelo la faena al natural y marcó la cumbre con una serie en redondo que puso el vello de punta. Lástima el pinchazo, oportuna la gran estocada. Una oreja.
El quinto fue soso. Muy hondo y serio, pero ni una cosa ni otra. Con muy poca gracia y ya. Tomás Sánchez lo trató de todas las maneras, pero el toro, deslucido, estuvo muy falto de celo y no acabo de decantarse.

El sexto fue otro tío. Se llamaba 'Chocolatero' y más dulce no pudo ser. Cárdeno, lucero, la mar de guapo y con la seriedad de dos pitones vueltos, que para postre embistió a camara lenta. Un superclase que cuando hundía el hocico tras las telas paraba los relojes. La pena que en el caballo solo se dejó; la otra, que se pico bastante mal a este y a casi toda la corrida.

Alberto Aguilar inició en redondo en los mismo medios. Primero distancia, luego temple y a la segunda serie se permitió un ligero codilleo. Cada muletazo duraba una eternidad por lo despacio que sucedían, por lo largos que eran. Así, profundos, despatarrados y de temple exquisito. Se abandonó y todo en redondo y el toreo al natural lo bordó en las dos últimas series de lo que fue una faena de altos vuelos. Puro placer.

La estocada defectuosa, una oreja y petición de la segunda con el palco aguantando el tirón. De acuerdo, pero lo de siempre: ya veremos cuando vengan los que están por venir qué es lo que pasa y los chaparrones que están dispuestos a aguantar por orejas menos peso.

Y ya veremos si queda una corrida de toros así o alguien torea así de puro, así de lento, como José Calvo o Alberto Aguilar torearon a los luceros. Ojalá.

Cronica por Andrés Verdeguer Cornadas para todos