lunes, 30 de agosto de 2010

Crónica de Bilbao 9ª de las Corridas Generales

Bilbao, crónica por Barquerito Torosdos.com

"Una de Escolar más bondadosa que fiera".

Rafaelillo distinguidos con el toro más complicado de la corrida y con el mejor de los seis. Cumple con autoridad Morenito de Aranda. Un cuarto toro de magnífico porte.

Bilbao, 29 ago (COLPISA, Barquerito).

Bilbao. Domingo 29 de Agosto de 2010. 9ª y última de las Corridas Generales. Templado. Media plaza.

Seis toros de José Escolar. Una corrida astifina, bien hecha, de diversa estampa. El cuarto fue el toro más hermoso de toda la semana. Noble, pero justa de fuelle y motor, la corrida no sacó para nada su fiereza de marca, la propia del encaste. Primero, tercero y quinto fueron buenos. Listo el segundo; muy parado el cuarto; manejable el sexto.

El Fundi, de nazareno y oro, ovación y palmas. Rafaelillo, de añil y oro, silencio tras un aviso y vuelta. Morenito de Aranda, de rosa y oro, saludos y ovación.

Fue bello y bondadoso el toro de Escolar que abrió corrida. Sacudido y descolgado, dió en báscula 562 kilos sin aparentarlos, pero los tendría. Tomó corrido un primer puyazo y se escupió, como suele suceder en esos casos. Pero se empleó en el segundo, y se fue suelto del tercero. Lo propio de la ganadería de Escolar es la fiereza. Parte de la fiereza, se entrega en el caballo. Ni lo uno ni lo otro. Sino todo lo contrario: ligeras distracciones del toro, que no llegó a humillar, pero tuvo son al tomar los engaños. El son de ir y venir, y volver a hacerlo, que fue la nota que distinguió a los tres toros más claros del envío.

Los cuales estaban abiertos en lotes. Ese primero de El Fundi, que es quién mejor conoce la ganadería, porque es quién la tienta; un tercero paradito pero de mucha nobleza; y un quinto de embestidas al relantí y, por tanto, no sencillas, pero agradecidas y fiables. Muy duro de manos, el segundo, con la cara arriba y cierta listeza clásica de su encaste, fue el más complicado, y en realidad el único de los seis con recámara. No perdonó a Rafaelillo el primer y único descuido o exceso de confianza y, como era pegajoso, hizo hilo con él en un muletazo mal medido y resuelto.

La persecución concluyó con cogida por la espalda, un pitonazo por encima de las corvas y la taleguilla destrozada por la culera. Un desaire, pero los toreros se sobreponen a eso y más. Des pués de la voltereta, y del milagro, de salir ileso del trance -un varetazo corrido que dolerá-, Rafaelillo se engalló y se hizo dueño de la situación. La faena pasó a ser de pelea y, como casi siempre que hay pelea, ganó Rafaelillo. La astucia de abrir el toro y de torearlo, por eso, despegado; la inteligencia de manejarlo; el valor para tragar miradas inquietantes. El toro se iba enterando. Un pinchazo, una estocada corta y delantera, siete descabellos porque el toro no descubrió.

Ni el cuarto ni el sexto entraron el cupo de los de verdad bondadosos. No salió malo ninguno de los dos. El cuarto lució soberbio porte. Uno de los toros mejor hechos de toda la semana, sino el mejor de todos. La estampa inigualable del Saltillo clásico. En hondo. El toro romaneó en la primera vara pero no pudo más que hacerse columpiar al caballo. la cuadra de Alain Bonijol ha echado en Bilbao una semana sin mácula. El crítico taurino del SudOuest, de Burdeos, Vincent Bourg "Zocato", preguntó a los colegas de pupitre en la tribuna Gangoiti "¿Cuántos derribos en varas han habido en toda la semana ...?". No era la pregunta capciosa de trampa saducea. "¡Ni uno!", contestó uno. Y efectivamente. Ni esa maravilla de cuarto toro de Escolar pudo con el caballo más que para mecerlo. Elástico y bien educado, el caballo, un toro que ha salido a picar los toros de más cuajo durante toda la semana, supo acostarse lo justo como para contrapesar el ataque del toro como si lo lastrara.

Esa hermosura de toro, sin embargo, se "agarró al piso", como suele predicarse en México de los toros que tardan, se paran y se lo piensan. El sexto, cornipaso y veleto, y un punto carivaco, fue que los profesionales llaman un toro feo, porque no apetecía ponerse delante de tanta envergadura. Fue, por cierto, toro sin segundas intenciones. Sufrió una especie de telele y se desparramó por el suelo a poco de haber comenzado el trajín. Parecía que iba a tener que ser apuntillado pero, izado por el rabo entre varios y al cabo de mucho emplearse la grúa, acabó dejándose. Le anduvo valiente y sereno Morenito de Aranda.

Esa seriedad de Morenito, y su decisión y acierto con la espada, fueron la nota distinguida de su estreno en el abono de Bilbao con una corrida que se presumía de quinario y no lo fue. pero pareció que, que si hubiera sido de las de parecer, Morenito habría podido con ella con parecido arranque: buena cabeza, resolución, facilidad. Para templarse de salida con el tercero en lances de irregular encaje pero buen vuelo; y para tirar paciente del toro a la voz pero con el engaño puesto cuando vino la hora de pararse -pararse los dos- y de no dudar. No dudar Morenito.

El Fundi no tuvo opción de dejar ver lo rico que es su repertorio a la verónica, porque ni el primero ni el cuarto. A uno le pegó muchos pases, como si discurriera que, a base de tesón y paciencia, el toro se le acabaría dando. Se puso muy encima del cuarto, descubrió que la mano izquierda tenía su trato pero ya era tarde, porque el toro se apagó.

La faena de vibrar y conmover fue la de Rafaelillo al quinto, que salió escopetado y a cañón, y resultó el de más vida. Rafaelillo se lució en unos lances de salida que parecían fotos de verónicas de las de Diego Puerta: muy abierto el compás, los vuelos por delante, el viaje en línea. Antes de estirarse, Rafaelillo le había pegado al toro en el tercio dos temerarias largas cambiadas de rodillas. El trotecito guasón en banderillas, tan de saltillo, fue engañoso. Y también sus primeras embestidas punteadas, justas de gas y parecía que algo inciertas por rebrincaditas. No importó. Rafaelillo se atrevió. No era toro de someter sino de aguantarlo y llevarlo en el engaño sin tirones. Que no és fácil. Las embestidas muy a cámara lenta fueron de las de pedir al toreo sentido del temple. Lo hubo. No tanto acierto con la espada: un pinchazo, una estocada, un descabello. Encima de la taleguilla rasgada por la cogida del segundo toro, Rafaelillo se había calzado unos vaqueros que recortados a lo pirata. Con ellos dio una vuelta al ruedo bien celebrada.

Crónica de Barquerito Torosdos.com
Foto de Javier Arroyo Suerte Matador

domingo, 29 de agosto de 2010

Crónica de Bilbao 8ª de las Corridas Generales

Bilbao crónica por Barquerito Torosdos.com

"Dos heridos, casi una matanza".

El sexto toro de El Puerto cornea a Iván Fandiño y a su peón Mario Romero. Un excelente cuarto y una hermosa faena de Ponce. Valiente Diego Urdiales. Perera baja forzosa.

Bilbao, 28 ago (COLPISA, Barquerito).

Bilbao. 8ª de las Corridas Generales. Tres cuartos de plaza. Templado.

Seis toros de El Puerto de San Lorenzo (Lorenzo Fraile), de serias y diversas hechuras. De apabullante cuajo tercero y quinto. El cuarto, el más en tipo, tuvo excelente son. Se dejó el primero. Fundido el segundo; listo el tercero, mirón y artero; remolón el quinto; muy peligroso el sexto.

Enrique Ponce de carmín y oro, saludos tras un aviso y oreja tras un aviso. Diego Urdiales, que sustituyó a Miguel Ángel Perera, de rosa y oro, saludos y saludos tras dos avisos. Iván Fandiño, de grana y negro, silencio y herido de gravedad por el sexto. Ponce, ovacionado tras despachar al sexto.

Heridos de gravedad por el sexto Iván Fandiño, con una cornada de orificios de entrada y salida en el muslo, y su banderillero Mario Romero, corneado en el muslo derecho con dos heridas profundas.

El toro de menos volumen pero no menos cara de la corrida del Puerto de San Lorenzo fue el último. Cornipaso: más larga la cuerda de pitón a pitón que el ancho propio del toro. Se vivíeron con él momentos durísimos. Fandiño se fue a esperarlo a puerta gayola y se hincó de rodillas en la primera raya. El toro salió frío, distraido y tal vez deslumbrado, se fue al paso al cite y a Fandiño le costó volar de rodillas una larga cambiada porque el toro apenas hizo por el engaño.

Antes de cumplirse el lance se resolvió el toro y Fandiño tuvo que salir casi por pies y mal arropado por el capote. En el burladero más cercano a la puerta de toriles estaban dos banderilleros. El tercero de la cuadrilla, Mario Romero, salió a tiempo para quitar y cortar al toro cuando hacía hilo con Fandiño, pero no acertó a meterse a tiempo en la tronera. En la boca misma le pegó el toro dos cornadas secas y certeras, de las que los toros pegan de salida contra las tablas. No le dió tiempo a Romero ni a meterse en el callejón por su pie. Se los llevarón a la enfermería.

Mientras bregaba en banderillas con el toro Roberto Jarocho, valioso y valeroso peón de brega, llegó la noticia de que Romero estaba herido de gravedad: dos cornadas en el muslo. Por una de ellas sangraba abundantemente. El toro resultó el más avieso de todos los vistos en Bilbao a lo largo de la semana: se escupió del caballo de pica, se quería huir sin fijarse. Jarocho logró sujetarlo con buenos capotazos. Pero el toro se metía a tablas y por debajo, estaba avisado y en cada movimiento parecía ganar sentido.

Procedía abreviar, pero Fandiño decidió ponerse, citar y estirarse como si el toro no estuviera pregonado. Dos veces, y en dos viajes por la mano derecha, el toro le buscó a Fandiño el vientre, las piernas y el brazo, como si quisiera desarmarlo. El tercer aviso del toro se resolvió con una cojida ya cantada: una voltereta formidable, el pitón se metió entre la banda y la costura de la taleguilla y, se supo luego, le atravesó la pierna al torero de Orduña. En la enfermería ya estaba siendo intervenido su tercero. La gente, con el corazón en un puño porque los dos percances dieron impresión de ser graves. Nadie recordaba que un mismo toro hubiera herido en Bilbao a dos toreros en un solo turno. Ponce salió a terminar y abreviar. lo hizo con un breve macheteo de calidad. Estuvo rápido con la espada. Fue un alivio tras escenas tan dramáticas.

La corrida había empezado con el pie izquierdo. Poco después del sorteo de mediodía, Miguel Ángel Perera se cayó del cartel por fuerza mayor. Con dolores agudos en la columna, resentido de un percance sufrido en San Sebastián la semana pasada. Perera tuvo que ser atendido de urgencia. En el reconocimiento se detectó el aplatamiento de una vertebra. Se prescribió reposo absoluto. A la hora de comer Perera supo que tenía que cortar temporada. Diego Urdiales estava en su casa de Arnedo cuando a las tres de la tarde le llamarón para venir a Bilbao -dos horas de camino- a sustituir a Perera. Con sólo un banderillero llegó Diego a tiempo a Vista Alegre. Y casi a la hora del paseo. Se tuvo que vestir de torero en la enfermería, que tan poblada iba a estar después. Se dió el festejo con siete banderilleros y cuatro picadores.

La corrida, de desiguales hechuras y regular condición, trajo un toro de gran estilo, noble, pronto y alegre: el cuarto. Ponce se templó con él en una faena segura, sencilla y templada, bien ligada por la mano derecha pero no por la izquierda, adornada con una deslumbrante tanda de tres circulares empalmados con uno de pecho, salpicada de gestos y paseos y, por tanto, con su teatralidad. El postre fueron cinco por abajo genuflexos de mayor cuantía. Pero a Ponce le costó igualar, se pasó de tiempo perdonarón un aviso y la espada entró desprendida y caería ladeada porque el toro tardó en doblar. Se pidió una segunda oreja. Ni la espada ni el toreo de capa sumarón.

Hubo dos toros, tercero y quinto, de traza monstruosa: por lo grandes. Los dos pasaron de sobra los 600 kilos y seguramente el que anota los pesos se apadió de los toreros y rebajó la cifra. El tercero, andarín y mirón, incierto, probón y reservón, hizo sufrir a Fandiño. Con el quinto, y en una especie de combate entre hombre y bestia. Urdiales se jugó tan ricamente el tipo. Sin pestañear. Llegó a pasarse por la faja aquella mole inmensa y tan armada. Desigual pelea porque el toro hizo regates, embistió trompicándose y llegó a empalar a Diego en un viaje con uno de los garfíos. La muerte fue difícil: media delantera, un pinchazo, otra media, tres descabellos. Llegarón a sonar dos avisos. Pero tras el arrastre del toro sacaron a Diego a saludar.

Protagonista de un quite providencial fue un mozo de espadas llamado Lúcio, que vive y trabaja en el sudoeste fracés y hace el las veces de agente de los toreros españoles que torean en la zona porque habla él frances perfectamente. Este Lucio, caballeroso y educado, estaba trabajando de ayuda de Ponce en la corrida cuando el primero de la tarde hizo a la salida de un par de banderillas por el tercero de la cuadrilla, el menor de los hermanos Tejero, José María, que perdió pie y cayó inerme casi bajo el estribo. Cuando el toro iba hacer presa con él, Lúcio sacó medio capote por encima de la barrera y evitó lo que pudo haber sido una cornada fatal. Los días de luna llena, dicen, propicián percances porque los toros se agitan. El paseillo se hizo esta vez sin música y se guardó un minuto de silencio en honor de Manuel Rodríguez "Manolete", muerto un 28 de agosto en Linares por un toro de Miura. Hace 63 años.

El toro del quite de Lucio salió manejable y Ponce lo manejó con soltura, a tramos. Cuando se enfadó con él, le sacó una tanda emocionante porque parecía no quererla el toro. Y sí la quería. Dos pinchazos, una estocada, un aviso, un descabello. El segundo se derrumbó y revolcó en la arena. Todo un desperfecto. Urdiales anduvo compuesto, paciente y sereno. Media estocada y tres descabello.


Crónica por Barquerito Torosdos.com
Foto Javier Arroyo Suerte Matador

Iván Fandiño

Después de las graves cogidas de Mario Romero y Iván Fandiño sufridas ayer en Bilbao, le deseamos una pronta recuperación a ambos. Esperemos verles pronto en los ruedos.


sábado, 28 de agosto de 2010

El día que nos dejó Manolete.


No se me podía pasar por alto esta fecha. 28 de Agosto de 1947. Día en el que desapareció un gran torero, y nació el mito. "Manolete, si no sabes torear para que te metes", así cantan algunos su pasodoble. Aunque sea mentira. Manolete sabía torear mejor que todos. Fue elegido para este mundo, el del toreo y escribió los capítulos más bellos de la historia de la tauromáquia. El monstruo, la estatua, eran algunos de los apodos que tenía el matador de Córdoba.

Torero de grandes masas, evolucionó el toreo. Su estilo elegante y vertical, toreando de frente y citando de perfil. Belmonte y Joselito consagrados en uno solo, ese era Manuel Rodíguez Sánchez, Manolete. Cuarto califa, posiblemente el mejor torero de todos los tiempos.

Le quedaban muchas tardes por hacer disfrutar a sus más incondicionales, pero una tarde de Agosto, un toro de Miura de nombre Islero se lo llevó a la gloria. Linares estará siempre en el recuerdo, allí Manolete derramó su sangre por última vez por culpa de un toro.

1947, la España de Manolete. Corrillos de aficionados, pequeñas terturlias en los bares, todo el mundo hablando de la última faena protagonizada por Manolete, hasta que llegó ese fatídico día. La pérdida de un gran torero. A cambio buena herencia. Su estilo se hizo notar en todos los toreros posteriores.

Crónica de Bilbao 7ª de las Corridas Generales

Bilbao crónica por Barquerito. Torosdos.com

"Jabato El Juli, fiasco Zalduendo".

Decepciona una de las corridas estrella. Dos toros devueltos, ninguno bueno entre los supervivientes. Una faena rigurosa de El Juli. Resuelto Manzanares. Apatía de Morante.

Bilbao, 27 ago. (COLPISA, Barquerito).

Bilbao. Viernes 27 de Agosto de 2010. 7ª de las Corridas Generales. Casi lleno. Encapotado, ventoso y fresquito.

Cuatro toros de Zalduendo (Fernando Domecq Solís), de muy dispar remate, fuelle justo y pobre juego, y dos sobreros de Torrealta (Paloma Eulate), jugados de primero y cuarto. Manejables los dos. El quinto de Zalduendo fue complicado.

Morante de la Puebla, de carmín y oro, silencio y pitos. El Juli, de azul real y oro, ovación y saludos tras aviso. José María Manzanares, de tabaco y oro, saludos tras aviso y silencio.

Herido por el segundo en la cara de un puntazo el banderillero Luís García, "El Niño de Leganés", de la cuadrilla El Juli.

Al quinto viaje perdió las manos el primer toro de Zalduendo. Salió derrengado y escupido de una vara que tomó corrido y empujado, claudicó asfixiado y fue devuelto. Los dos sobreros eran de Torrealta, acabaron saltando los dos y los dos fueron para Morante. Al primero de ellos, jabonero de finas puntas, trató de sacarle Morante los brazos con el capote en medios lances inacabados. Cobró el toro dos puyazos, pero el primero fue de doble ración. Demasiado. Camino de los toros se había nublado la tarde y a la hora del paseo soplaba viento fresco. El viento descubrió a Morante cuando pareció empeñadoen faenar con el toro de reserva, que se empleaba sin reservas. Muletazos improvisados, ni hilvanados ni descosidos, algún óle incondicional. Cosa de mas tono que vuelo. Una estocada caída.

En el lote de El Juli entró el toro más aparatoso y cuajado de la corrida, que se soltó de quinto y tenía bien cumplidos los cinco años, y el menos ofensivo de los seis, jugado de segundo, engatillado pero recogido de cuerna. ëste fue de buen son en el capote y El Juli le pegó de salida y encajadito hasta nueve lances despaciosos, de hermoso compás, abrochados en el tercio con dos medias candenciosas. Del caballo salió el toro renegando, cosió a cabezazos el estribo en un segundo puyazo apenas señalado y arreó en banderillas. En la reunión del par que cerraba tercio salió prendido Luís García -"Niño de Leganés", en sus días de novillero puntero- y con un puntazo en la cara. Pasó a la enfermería y ya no salió.

El toro, aunque pronto, fue de los ingratos: la cara a media altura, poca entrega, no descolgó. Vino una faena diligente de El Juli. Medias embestidas de el toro, a menos. Un desplante en un remate fue brillante. Lo fue también el cierre de faena: un circular cambiado ligado con un molinete y ese muletazo con la zurda, embraguetado y a pies juntos tan de repertorio propio. Infalible. En la suerte contraria, un pinchazo a toro parado; en la suerte natural, una estocada tendenciosa. Y un descabello.

El tercero, abierto de cuerna, bizco y muy astifino, de finas cañas casi zancudas, raro en la ganadería, confirmó a mitad de festejo que la corrida de Zalduendo venía muy desigual. El que completó lote, bajo de agujas y de trapío muy justo para Bilbao, compensó en apariencia lo que de amargo tuviera el tercero, que fue el de más pies de los seis, el más combativo en varas, el de más motor en banderillas y el de mejor saque.

Sólo que cantó de repente la gallina y justo a mitad de faena se rajó clamorosamente, no atendió reclamos o se los sacudió y acabó el trote al hilo de las tablas. Si Manzanares hubiera optado por una faena de dimensiones justas -cinco o seis tandas, las que tuvo el toro- se habría tapado el boquete sin notarse. Manzanares estuvo firme y acoplado, aguanto estoico dos sospechosos ataques imprevistos y un par de palotazos de banderillas en la cara y, sin redondear propiamente una tanda, se dejó ir en los muletazos de mejor color. Un molinete ligado con el de las flores, uno cambiado por alto y un desplante. Parecía el momento de cambiar de espada y adiós. Pero siguió Manzanares, se rajó el toro y ya fue cosa de gastar tiempo o perderlo. Un pinchado, una estocada.

Cuando se soltó el cuarto, arreció el viento. Un cuarto de fea traza -corona generosa, papada de toro viejo- y casi 600 kilos, Morante echó por delante al manitas de la cuadrilla, Rafael Cuesta, que tiene temple. La gente se lo tomó a mal. No era toro para Morante. Ni para nadie. Una mano chunga, la lengua fuera tras haber romaneado con un caballo clavileño, se fue al suelo tras la segunda vara. Y al corral. El segundo sobrero de Torrealta, largo y alto mozo de 622 kilos, negro salpicado, fue toro sin corazón ni fondo. Morante dió libertad de acción al picador y el toro estaba en la muleta algo roto. Y rebrincando. Morante lo tomó en corto, y eso, no ayudó, y a toro parado decidió cortar por lo sano. La media docena de muletazos por un pitón a otro pero por arriba fueron una golosa delicia. Pero ya estaba la gente en contra del torero. Media estocada. Una pitada fuerte.

Las emociones más fuertes se vieron luego: con un Juli tenaz, atrevido, paciente y empeñoso de verdad, y ese quinto zalduendo que les sacaba a los demás toros dos palmos de altura y otros dos de cara. Los lances de brega de El Juli, contados y de razón, fueron de saborear. Antes y después de dos varas de mínimo castigo. Quiso crudo El Juli el toro, como tantas veces, pero este quinto, ni crudo. Se sentó en el primer muletazo, claudicó en el tercero y ni de abajo arriba ni de arriba abajo. Por la mano izquierda punteó y hasta llegó a revolverse. No empujaba con los cuartos traseros sino que, después de pensárselo, pegaba como un topetazo y se quedaba a mitad de viaje enteradito.

A puro huevo Julián en una profía de tensión que sólo al cabo de mucho sufrir y tragar llegó a buen puerto: El Juli acabó pegando al toro una tanda de cuatro con la diestra ligados y por abajo, y remató con un cambiado por la misma mano. Se oyeron en los momentos más reñidos gritos cariñosos de aliento, se pidió sin éxito música y antes de cambiar de espada Julián tuvo el reconocimiento de una ovación cerrada. Perfectos los cinco muletazos al hocico y al paso con que Julián dejó cuadrado al toro. Un pinchazo en hueso y una gran estocada, soltando el engaño las dos veces porque el toro ya tenía la antena puesta. Un aviso. Desde el terció recogió El Juli la ovación más cariñosa que se oído en toda la semana.

Escondido en el último acto, el terciado sexto salió de tapadillo. Dos largas cambiadas de rodillas de Manzanares, dos lances a pies juntos y cinco chicuelinas en el saludo, que empezó en tablas de sombra y acabó justo enfrente, delante de la puerta del arrastre. Un exceso muy celebrado. Trujillo puso dos grandes pares de banderillas y, fuera de las rayas, se diría que impaciente, Manzanares atacó enseguida, arrebato contenido pero sueltas las amarras. Al cabo de doce viajes se vino abajo el toro, se encogió aflijido, se abrió de manos y, si no lo sostiene Manzanares con su sola presencia, se echa. Fue, por tanto un fiasco la corrida de Zalduendo.

Crónica por Barquerito Torosdos.com
Foto de Javier Arroyo Suerte Matador


viernes, 27 de agosto de 2010

Crónica de Bilbao 6ª de las Corridas Generales

Bilbao crónica por Barquerito eldiariomontanes.es.

"Una pelea de gallos pero menos".

Entrega de Ponce con un manso; autoridad y dominio de El Juli, con un sobrero cinqueño y desigual Manzanares, con el mejor del lote.

Bilbao 26 Ago, (COLPISA, Barquerito).

Bilbao. Jueves 26 de Agosto de 2010.

Los dos toros de mejor aire de la corrida de El Ventorrillo cayeron juntos en un mismo lote. Primero, un tercero boyancón que , al lanzarse, echó las manos por delante, pero que se fue dando poco a poco y nunca del todo: la cara arriba en los viajes de mano diestra y, en cambio, humillando el viaje en la siniestra. Fue muy medido en varas y una vez más se aplaudió en Bilbao no por picar bien sino por picar poco. Se vino arriba en banderillas con vivo galope y le dio un giro al son de la corrida.

Dos enormes toros de Bilbao para abrir boca y cortar la respiración. El primero, pegado en exceso en varas. Ponce estuvo hiperactivo y en muy corto tramo le pegó unos cuantos muletazos de más. De pronto hizo gestos a la galería de que el toro no servía, por si alguien no se había dado cuenta, y rindió cuentas de estocada caída, ladeada y tendida. Y sin muerte. El toro se aculó en tablas, se echó, se levantó y volvió a echarse.

Al segundo, tan hondo como el quinto que completaba lote, lo recibió El Juli con cinco despaciosos lances de manos bajas pero sin apenas eco. Como tantos de los detalles digamos técnicos que El Juli prodiga generosamente. Iba a haber de esos unos cuantos a lo largo de la tarde. El toro metió los riñones en el caballo pero echó la cara arriba y salio tambaleante. La segunda visita al picador se saldó con un picotazo y un "¡vale!". El toro se había acostado por la izquierda mucho y El Juli, abierto en los medios sin demora, se puso por la otra mano y suavemente: como si le diera confianza. El Juli, se cambió de mano. Del tercer viaje ya salió el toro de naja. Intentos de sujetarlo que fueron estériles. Sin perder tiempo, cambió Julián de espada y cobró un sopapo marca de la casa.

La corrida traía tres toros de reatas o familias afines: los dos de El Juli y el segundo de Manzanares. El sexto, de tan buen aire. El más bondadoso también. Ni un primer puyazo excesivamente caído, ni el hecho de desmontar sin derribar al piquero, que a veces descompone a los toros, nada perturbó el carácter del toro, al que Manzanares pegó de salida lances a pies juntos. Con el ambiente a favor como si soplara el viento de popa. La música fue sordina para las voces exageradas en los cites. Cambios de distancias y de mano, como si Manzanares tocara todas las teclas a la vez. Una tanda de muletazos rehilados sin soltar toro. La belleza de otra con la zurda. Una buena estocada.

Crónica de Barquerito eldiariomontanes.es
Foto de Javier Arroyo, Suerte Matador

jueves, 26 de agosto de 2010

Crónica de Bilbao 5ª de las Corridas Generales

Bilbao crónica de Barquerito Torosdos.com

"Una de Victorino de rica entriga".

Temple de Padilla con el toro de la Corrida, mientras que El Cid fue desigual con el más temperamental y Urdiales demostró pureza con uno noble.

Bilbao 25 Ago, (COLPISA, Barquerito).

Bilbao. Miércoles, 25 de Agosto de 2010.

La intriga de la corrida de Victorino fue su orden de juego. Era corrida de las llamadas de tres y tres, y eso iba a saberse después si es que no se sabía ya antes. Los tres de un bando y los tres de otro se abrierón en lotes distintos. Era corrida desigual pero se enlotó a modo y con criterio. Funcionaron estupendamente tres toros, que se repartieron como cartas marcadas. Y no funcionaron los tres.

De esos tres del saldo a la contra, uno fue el que rompió plaza, aplomadísimo tras una engañosa salida de muchos pies. Si no es porque Padilla mató a la última -un metisaca, seis pinchazos y un bajonazo- ,se arrastra el toro y no sale ni en la foto. Los otros dos de mala nota fueron los dos últimos: un quinto artero y zapatillero que punteó y se puso enseguida por delante, y Diego Urdiales solo pudo esgrimirlo y matarlo, y un sexto buscón y revoltoso que estuvo a punto de calzarse por las corvas a El Cid dos o tres veces porque El Cid arriesgó con él en un consumado exceso.

Ese toro estuvo a punto de herir en banderillas a David Pirri otras tantas veces: una primera a la salida de un par, con cogida y voltereta, y otras dos al levantarse antes de tiempo. Experto tercero de cuadrilla, pero se incorporó sin haber sido todavía quitado el toro, que estuvo a punto de comérselo en el suelo. El quite fue multitudinario, digamos: un sombrero de alguacil con su penacho, una toalla, una boina de operario, algún abanico que quitaba el calor y siete u ocho hombres de luces. Casi todos a la vez, que es la pero manera de quitar de su presa a un toro.

Cuando asomó el quinto, de bastos cabos y cabezón, y se puso a olisquear y hasta bufar, la gente ya estava feliz con lo que había visto, catado y sentido. Los tres toros de la corrida fueron segundo, tercero y cuarto y su calidad fue ese mismo orden creciente. Noble pero bohímo el segundo, y justo de fuelle y empuje, pero Diego Urdiales, sereno y paciente, lo echó para adelante, como suele decirse, y el toro, la verdad, fue muy agradecido, aunque al final acabara embistiendo como por capítulos o en dos tiempos.

Diego se a empeñado en torear despacio con el capote y le sirven casi todos los toros. Éste mismo, y de salida, se llevó tres lances preciosos. Del segundo viaje al caballo salió con la vara no enhebrada sino enhiesta y ese detalle se interpuso justo cuando el toro estaba para torear de capa más asentado. De asiento y aire bueno fue la faena: el tanteo primero, el gobierno del toro con la muleta por delante, la paciencia para aguantar viajes al relantí con más de un parón debajo, la unidad de terrenos, el son tan acorde. Un alarde de seguridad. Y de rigor para torear. No hubo música y, cuando quiso arrancarse a deshora la banda, Diego la hizo callar con un gesto inequívoco. 'A buenas horas...! Una estocada sin puntilla.

El tercero, vuelto de cuerna, degollado, musculoso, de pasito vivo y felino al comienzo, tenía las hechuras asaltilladas que raramente fallan a casa de Victorino. Ni alto ni bajo, ni ancho ni estrecho, ligeros los movimientos. De pata negra el toro. Y cárdeno. No lo aplaudieron de salida porque en Bilbao se da por descontado el trapío del toro dentro su tipo. Con apenas 540 kilos este tercero de la tarde era el toro perfecto.

De los tres buenos de la película este fue el más temperamental.

De los que en el caballo cumplen, y cumplir quiere decir que cobró sin renegar ni vaciarse, pero de los que, sangrados, se espabilan y ya no paran. Y no paró el toro de ir y venir después, de darse y, a veces, de enterarse también. El toro tomaba el engaño con bastante viveza, es decir, buena velocidad, como repicando con las pezuñas.

Pero si no había engaño puesto, buscaba a quién lo tenía en la mano, escondido o sin poner.

La mano buena era la izquierda y por ahí descolgó en viajes humillados, largas las estiradas. Ese trance de gran estilo fue la coda de la faena que fue de mucho navegar El Cid, de ponserse y quitarse, de porfiar o dejar al toro hacer, de citar en uve o con el medio pecho, de desigual encaje y algún culebreo porque los reflejos del toro, con sus chispazos constantes, no dejaban ni tomar aire ni cortar la luz. A última hora se puso y templó El Cid por la mano izquierda y salieron tres naturales formidablemente largos. Media estocada y un descabello.

Sin el picante del tercero pero con su mismo motor y más, con el temple del segundo pero mucha más voluntad también, el cuarto fue el toro de la corrida. En tipo, hechuras seguras y fiables, bien armado. Y un espectáculo muy de Padilla, que sería sorpresa para quienes antes no lo hubieran visto templarse con un toro cadenciosamente, encajarse en los medios y ligar hasta seis y siete muletazos en un mismo manojo y sin fatiga. Y torear con la mano izquierda con gran autoridad, la muleta enganchando los viajes humillados de ese toro que, fijeza y compás, fue tan agradecido como el que más.

El Padilla de las ínfulas floridas se había ido, primero, a porta gayola, donde tanto le gusta y suele. Como el toro le salió cambiado de mano no le pegó la larga cambiada prevista sino una afarolada. 'Eso son recursos! Y luego, en el tercio, la larga cambiada que le debía y unos lances de brazos muy a la antigua usanza, con el cuerpo apalancado y abombado, firmes los pies, metido el mentón en el pecho. Y media verónica de puntillas, que un torero de la embergadura de Padilla, resultó especialmente graciosa. No hubo espectáculo en banderillas: ni carreras ni violines ni trompetas. Tres pares y punto. Y al final de esa faena también cortada y tan de fondo, una estocada tendida y fatal.

Crónica de Barquerito eldiariomontanes.es
Foto de Javier Arroyo Suerte Matador

miércoles, 25 de agosto de 2010

Toros de Victorino Martín para Bilbao

Estos son los toros de Victorino Martín para hoy Miércoles 25 de Agosto, 5ª Corrida de toros de las Corridas Generales de Bilbao. Serán lidiados por Juan José Padilla, Manuel Jesús El Cid y Diego Urdiales. Que haya suerte y podamos disfrutar de una muy buena corrida de toros.






Fotos de la página web de Victorino Martín.

Crónica de Bilbao 4ª de las Corridas Generales

Bilbao crónica de Barquerito Torosdos.com

"Joselito echa un espléndido toro".


Leandro Marcos, debutante en Bilbao, lo torea con primor y asiento, pero no remata con las espada una linda faena. Otro notable toro para Castella. Sin suerte ni acierto Morante.

Bilbao 24 Ago, (COLPISA, Barquerito).

Bilbao. Martes, 24 de Agosto 2010. Día de San Bartolomé. 4ª de las Corridas Generales. Lleno en los tendidos, tres cuartos en gradas y galerias, despobladas las an
danadas. Salió el sol en el sexto toro.

Seis toros de José Miguel Arroyo (Joselito) y Enrique Martín Arranz. El primero, con el hierro de Toros de la Reina; los demás, con el de Toros de El Tajo. Corrida de juego y remates desiguales. De gran cuajo el sexto, que rompió en serio en la muleta; sin trapío para Bilbao primero y tercero, inválido el uno y con más corazón que poder el otro. El segundo, de vivo motor, dio buen juego. Se quiso ir el quinto, que fue de pobre nota. Desganado el cuarto.

Morante de la Puebla, de verde esmeralda y blanco, silencio y saludos. Sebastian Castella ,de tabaco y oro, saludos y silencio. Leandro Marcos, que sustituyó a Cayetano, de marengo y oro, ovación tras un aviso y saludos tras un aviso.

El toro de la tarde fue el último: honda pavo lindo con las hechuras clásicas del tipo de Bilbao. Aquí el tipo es la hondura. Fue toro ofensivo, serio por delante; no importó tanto la cara como el resto del toro. El resto fue el todo, muchísimo toro. Del hierro de Toros de El Tajo, que es como un ocho de calabaza. No se vió bien en el caballo, salió distraido de la primera vara y no peleó en la segunda, lo trató con cariño un picador franciscano y, de pronto, libre de pecado y picador, el toro se arrancó en tromba. Pero de bravo.

La tromba templada de los toros que no se hacen de rogar ni esperar. Tampoco se escondió Leandro Marcos, que, sustituto de Cayetano, era debutante en Vista Alegre y sorprendió a quien no lo coneciera. Sorprendió, primero, su sitio. La buena colocación, fundamental con toros como ése. Y, luego, la limpia y refinada manera de tocarlo, traerlo y llevarlo, y hasta de atreverse a mecerlo en muletazos espléndidos: los primeros de tanda, cobrados por los vuelos, a cuerpo gentil y a larga distancia; una trinchera ligada con uno previo de pecho de largo compás; los cambiados de remate de las que fueron más vibrantes tandas, las tres primeras. Y escandalosamente. Pero iba la función por la mitad y Leandro sólo se había dejado ir con la derecha. Tiene enseñado un sabio Benjamín Bentura Remacha que lo difícil es torear con la derecha y no con la izquierda. Pero picaba la curiosidad de saber si el toro iba a entregarse con el mismo ritmo. Y si iba a animarse el torero a echar más leña a la caldera. El ambiente era propicio.

Leandro se descalzó, que es casi constumbre en Bilbao aunque no llueva. Pues el tono con la mano izquierda no fue el mismo. Muletazos más embraguetados por ese pitón, pero de mayor apuro y menor compás: algún enganchón, que no convino, uno de pecho a pies juntos primoroso, y el toro pareció puntear dos veces la tela. También escarbó, una sola vez, pero lo vió todo el mundo. Leandro no insistió con la llamada "manos de los millones". Y esa duda quedó, porque en los muletazos de postre o remate, genuflexos y en amplias roscas, el toro tuvo la feliz idea de hacer el avión por las dos manos. Para delicia de todos. Una embestida así de bella place a quien sea. Y, luego, Leandro no se decidió con las espada. Una estocada habría sido rúbrica y triunfo. Sonó un aviso tras dos intentos nada convincentes. Al toro le pegarón en el arrastre una ovación de gala.

Ese toro tuvo la potestad privativa de los últimos de corrida, que son los que marcan el sabor de boca del convite. Pulgar arriba. No solo salvó la corrida, que, de muy desigual cuajo, había dado dos toros de buen aire -un bravo segundo y un noble tercero, con el que anduvo seguro y acoplado el propio Leandro- y tres que no tanto, sino que fue su protagonista. Dos de los toro que no entraron tanto en lote de Morante. El primero de la tarde no parecía de Bilbao sino de Arrigorriaga, como cuenta el chiste de un paisano que prentendió afeitarse sin jabón o comer demasiadas guindillas o algo así y se le saltarón de dolor las lágrimas. En Bilbao no se puede llorar. Se fue el toro al suelo varias veces. Una birria.

El cuarto, colorado, hermoso, con cara de embestir, acusó un lesivo puyazo trasero y tal vez por eso, o no sólo, fue de medios viajes y de enganchar telas en los remates. Morante estuvo muy chillón, abusó de torear al hilo, como alguno de los grandes clásicos, y aunque algún garabato fue precioso, la cosa no tuvo son. Con el frágil primero Morante pecó de imitarse a sí mismo, pero no en su mejor versión.

El segundo de corrida salió muy en el tipo bueno de lo de Salvador Domecq: la pinta albardada, los pitones amplios pero recogidos, el hocico blanco, las cañas finas, el tronco largo, bajo y elástico. Al rematar sufrió un estrellón, pegó dos perdigonazos, se fue al caballo dos veces en viajes de exhalación y por su cuenta, picó con gran puntería Josele, quitó sin asiento Castella por chicuelinas desdibujadas y el toro siguió arreando después de banderilleado. Castella abrió faena con su pase cambiado de repertorio propio, la gente se dejó impresionar y se creó expectación. Era toro para Castella, porque apretaba y repetía. Y, sin embargo, no se acopló el torero francés, que en los viajes largos toreó por arriba y por abajo en los cortos, y la sensación era de que procedía justamente lo contrario. Un poco acelerado el ritmo de la faena, un desarme, dos desafiantes cambios de mano. Media estocada. Fuertes las palmas para el toro. Más corteses para el torero.

Cronica de Barquerito Torosdos.com
Foto de Javier Arroyo Suerte Matador

martes, 24 de agosto de 2010

Crónica de Bilbao 3ª de las Corridas Generales

Bilbao crónica de Barquerito Torosdos.com.

"Una corrida deslucida e inmensa".

Sólo el sexto de Fuente Ymbro sacó estilo y clase de toro entregado. Cuatro toros mole que no se emplearon apenas. Con el lote propicio no redondea Daniel Luque.

Bilbao, 23 de Ago. (COLPISA, Barquerito).

Bilbao. 3ª de las Corridas Generales. Más de media plaza. Soleado, bueno.

Seis toros de Fuente Ymbro (Ricardo Gallardo). Corrida de gran volumen y muy aparatosa de cara. El sexto fue el único de los seis que se empleó. Con más nobleza que son. Se dejó el tercero. Los otros cuatro, apagados, se movieron o no pero sin ninguna entrega.


El Fandi de azul ultramar y oro, silencio en los dos. Miguel Ángel Perera de canela y oro, saludos y silencio. Daniel Luque de caña y oro saludos y vuelta al ruedo.

El primer toro de Fuente Ymbro, de percha y caja muy generosas, acodado y astifino, escarbó antes y después de varas, no se empleó ni en varas ni después tampoco y, tardo, y frenado, como si se echara para atrás y no adelante, parecía el toro de la merienda que había venido a Bilbao a merendar. Con su capote de apenas vuelo, como un abanico, El Fandi engañó sin trampa, se permitió la liciencia de gallear por chicuelinas, se adornó con una revolera, prendió tres pares de banderillas y dispuso del toro hasta que el toro se paró del todo, que fue en la primera estación. Un pinchazo, media soltando el engaño y un descabello.

Ese mórbido y perezoso aire del toro de apertura no fue un accidente. Sino el espíritu de casi la corrida entera, que fue, en porte y cuajo, de abrumadora abundancia. No es que las carnes fueran impedimento. El último de los seis dio en báscula 602 kilos, y se le veían todos sin sobrarle ni uno, pese a ser el campeón de los pesos pesados de cuanto va de semana -solo una docena de toros, la cuarta parte de los anunciados-, ese último fue la excepción a la regla. La regla de la corrida fue no embestir, pensárselo pero no del todo ni con segundas intenciones, echar al salto con las manos por delante en brincos, remolonear, gatear, distraerse, acostarse -que no es lo mismo que echarse, sino vencerse-, no pasar del todo. Y protestar.

En una protesta el segundo de corrida estuvo a punto de pegarle a Joselito Gutiérrez en banderillas una cornada. Fue en le primer par, Joselito se metió por dentro en un exceso de confianza y rigor, clavó los dos palos arriba tras cuadrar en la cara y, al salir de la suerte, se vió empitonado por la pernera. Un zigzag de espadachín pegó el toro. Por delante y por detrás le rasgó a Joselito la taleguilla a la altura de la ingle. ¡Qué entereza la de Joselito! No se dió por aludido, ni renunció, como pedía el sentido a común, a entrar para clavar el par que cerraba tercio. Arriba los brazos y arriba los palos. Autentica torería.

Joselito pertenece a esa especie de escuela de banderilleros ecijanos que hace sesenta años puso en órbita un rehiletero fuera de serie : Julio Pérez "Vito". Que no era de Écija, pero fue el peón de confianza de un ilustre toreo ecijano: Jaime Ostos. Joselito es sobrino de otro banderillero ecijano de categoría, el señor Guillermo Gutiérrez Egea, "El Ecijano". Y , en fín, Joselito salió ileso de la cogida, espectacular, y con el cartel fortalecido. De torero bueno. De acero los nervios.

El toro del susto salió, después, de Guisando. De llamativa pesadumbre: frenado, apoyado en las manos, meditabundo y desganadísimo. Perera le anduvo firme y hasta se animó con una tanda en bucle, o de rizos por las dos manos. Pero hubo que tirar con tenazas del toro y ni así. Metido Perera encima del toro. Pero no al revés. Dos pinchazos y una estocada. Se agradeció la entrega del torero, muy suelto de ademanes, valeroso.

El cuarto, las manos por delante, vaguísima embestida, y el quinto, llana papada, dos esdrújulas puntas afiladísimas, la voluntad mínima del ir y venir sin darse, completaron en negativo los lotes de El Fandi y Perera, que habían venido a la guerra y sólo encontraron vacías trincheras. A Perera llegaron a reclamarle que abreviara con el quinto; a El Fandi que tuvo que meterse en la tronera a la salida de dos pares, y por eso es raro de ver, lo desarmó el cuarto en un ataque a la defensiva. En eso consiste protestar. El Fandi tuvo la feliz idea de cortar por lo sano, como pedía el guión. Un pinchazo y una estocada.

Colorado ojo de perdiz, más redondito que sus compañeros de viaje, el tercero que mugió no poco, tuvo su carboncito. Daniel Luque se compuso en lances vistosos y hasta en un quite por sedicentes chicuelinas de giro lateral. Una faena habilidosa, de saber perder pasos pero no ganarlos, música, un molinete encuadernado, cosas más seguidas que armadas, ninguna redonda. Media perpendicular, una estocada trasera y un descabello.

Y el sexto, que, con todo su tonelaje, y su monumental fachada, pareció agua de mayo, cielo abierto y la resurrección de la carne. Como toro de otra corrida y no ésta. Romaneó en la primera vara, y un escultural caballo tordo de la cuadra de Alain Bonijol se meció en el aire como un balancín de muelles, y se fue de la segunda, pero en banderillas ya estuvo afinado el son. No un galope porque para tanto no daba el fuelle. Pero fue toro bondadoso y pronto, notable de la fijeza. Pastueños viajes dormidos y descolgados por las dos manos. Le cogió el pulso el jovén Luque en una faena que, siendo un cúmulo de cosas y tandas, tuvo muletazos de rico dibujo y enroscaditos para dentro. un pellizquito de sal, el garbo propio de lo andaluz. Y su ligereza. Música a toda pastilla porque la gente quería fiesta. En los medios la igualada sin necesidad. Pareció disponer el toro que fuera justamente ahí. Dos pinchazos, una entera. Faltó fé para sellar.

Crónica de Barquerito. Torosdos.
Foto de Javier Arroyo (Suerte Matador)

lunes, 23 de agosto de 2010

Crónica de Bilbao 2ª de las Corridas Generales

Bilbao. Crónica de Barquerito. Torosdos.com

Sergio Aguilar gravemente herido.

Un astifino toro de Alcurrucén le atraviesa con el pitón la mandíbula. Antes le había pegado una cornada en un muslo. Triunfo de Bolívar con un toro bueno de Alcurrucén.

Bilbao, 22 ago. (COLPISA, Barquerito)

Bilbao. 2ª de las Corridas Generales. Menos de media plaza. Nublado.
Seis toros de Alcurrucén (Pablo, Eduardo y José Luis Lozano). Corrida en tipo, muy astifina y bien rematada. Agresivos los tres primeros; de son suave el quinto, muy aplaudido; flojo y dócil el cuarto; bravo un sexto de raro estilo, ovacionado en el arrastre.

Antonio Barrera, de azul marino y oro, silencio en los dos. Sergio Aguilar, de añil y oro, herido por su primero. Una cornada de 15 centímetros en el muslo derecho que no afectó vasos y sólo produjo lesiones musculares. Y otra, sin pronóstico preciso, en la boca, con orificio de entrada de tres centímetros que atravesó el maxilar y afectó a lengua y paladar. Tuvo que retirarse a la enfermería. Recogió uno de sus banderilleros, Víctor Hugo, una ovación desde el tercio. Luís Bolívar, de azul turquí y oro, ovación tras un aviso, una oreja y vuelta tras un aviso.

Abrió un toro melocotón y calcetoro que, frío de salida, se blandeó en el caballo con genio, cobró de verdad en tres varas y salió del combate sangrado, dolido e indispuesto. "¡Sacamentecas!", le espetó al picador de turno un paisano de una grada. Los puyazos no sirvieron para domar al toro, que fue de una electricidad formidable. Embestidas de bólido, descompuestas, ráfagas de metralla. No le dio tregua a Barrera, lo desarmó dos veces, lo tuvo encañonado otras tantas. Cuando Barrera le levantó la mano, se le metió por debajo de los vuelos. Contará al cabo de la semana como uno de los más difíciles de la feria. Listo, agresivo, pendenciero, muy armado y con pies. Un pinchazo y estocada.

Retinto de amplia cofia y generoso trapío, el segundo fue de partida corretón y, enseguida de pasos felinos. Protestó en el caballo y zurció a cornadas un peto blindado en una primera vara, que fue de las de bajar humos y dejar suave. Sergio Aguilar dejó que el toro tomara un segundo puyazo al relance. Bolívar salió a quitar por saltilleras o valencianas y, fiado del toro, Aguilar brindó al público. Muy decidido el arranque, bien sujeto Sergio, que por la mano derecha se encajó, ajustó y acopló. Toques y no enganches, algo suelto de engaño el toro, que quiso menos en una segunda tanda tan firme como la primera pero de no tanta inercia. Se pidió música. El palco esperó a ver al torero con la mano izquierda.

Una prueba sin éxito y, al primer intento en serio, zarpazo del toro que, en un gancho, se le vino a Sergio a la pierna, lo levantó con una facilidad increíble y lo hirió certero mientras se lo echaba literalmente a los lomos. Sobre ellos cayó Sergio como si lo hiciera en blando. Los que ven las corridas con prismáticos dieron el primer parte. "Va herido". Pero Sergio es de los que no se inmutan. Ni un gesto. Ni mirarse la taleguilla ni el boquete que le acababa de abrir el toro.

Impávido, volvió sin demora a ponerse por la misma mano de la cogida. No venía metido el toro y en un segundo derrote a mitad de suerte le pegó a Sergio un pitonazo en el cuello como un navajazo. y ahora la sangre le brotó profusamente por el cuello. Ni entonces perdió Aguilar la compostura ni los nervios, pero las asistencias se lo llevaron a la enfermería. No hubo manera de resistirse. Sólo quedaba esperar noticias que tardaron en llegar y fueron dentro de lo que cabe, un alivio. Por trayectoria - entrada del pitón por el maxilar, penetración hasta el paladar - la cornada recordó no poco la terrible que sufrió Aparicio en mayo en Madrid. En la enfermería el torero al menos hablaba. La herida de la pierna, de 15 centímetros, pero limpia, según suele decirse, había dejado de importar.

La cornada le dio al ambiente un giro sentimental. Se valoró más el riesgo. Y el acento agresivo que traía la corrida: el primero de los seis, el segundo y un tercero que, siendo de otra manera salió lo suficientemente incierto como para que la gente se asustara. Un toro acapachado y bizco a la vez, de anchas mazorcas, un punto cariavacado. Calambrazos cuando arreaba, casi tanta velocidad como el primero de Barrera, distracciones pero de estar pendiente de todo lo que se moviera u oyera. La antena puesta.
El arranque de faena de Bolívar -cinco muletazos de ganar pasos, tres de ellos cambiados y por abajo hasta terminar en los medios, fue espléndido. Si todo se hubiera mantenido en ese aire de poder al toro y ganarle por la mano, -la faena habría sido seguramente una fiesta. Pero Bolívar quiso hacer los honores clásicos. Y eso costó, porque el toro no se entregó nunca en más de dos viajes seguidos, quería más tablas que otra cosa, y eso no lo entendió Bolívar. Hubo pausas y cierto desajuste. Acabó escarbando el toro. Una estocada en el rincón, un aviso.

La segunda mitad de corrida salió mucho más templada que la primera, astifina pero no tan ofensiva y hasta agradable. El cuarto, imponente pavo -los tres toros soltados de pares fueron de pinta retinta- echó las manos por delante, le hizo un regate sospechoso a Paco Peña, que lo lidiaba, y se apagó después de dos varas. No anduvo Barrera ni en precario ni aperreado. Una porfía. Falto de fuerza, pero con fijeza, el toro se puso tardo. Un pinchazo y una estocada sin puntilla.

Barrera había despachado de buena estocada al toro que hirió Aguilar y Bolívar se las vio, por tanto con los dos últimos de la tarde. El quinto fue el más bondadoso de los seis; el sexto, el de más bravo fondo. Sólo que este sexto, ensillado, montado, largo y elástico, no terminó de romper pese a meter la cara. El quinto fue pastueño. Bolívar anduvo firme con los dos. Pausas excesivas le rompieron el ritmo a la faena del quinto abierta con esa variante de la fórmula del perfil a pies juntos que son los pases cambiados por la espalda. Muletazos limpios y cosidos, pero por las afueras. Una resuelta tanda con la izquierda. Y, sobre todo, una magnífica estocada. Con ella vino la primera oreja de la Semana Grande.

El sexto tardó en descolgar porque se engallaba de natural, y estaba ensilladísimo, y sun embargo, lo acabó haciendo. Esperó en banderillas como apalancado y se afligió uno de los banderilleros de Bolívar porque para entonces pesaba no poco la imagen de la cornada de Aguilar. Costó, además, atreverse con el toro, que vino en serio siempre que vino, pero no se empleaba así como así. Había que convencerlo. EL ten con ten fue tenso, la tensión se encareció con el carácter del toro y, como Bolívar se tuvo bien y se descaró, la gente vibró. Pese a pausas de nuevo exageradas. Y a que la corrida se habia pasado de tiempo. Ya iban más de dos horas de festejo. Ni un segundo siquiera pudo verse el sol.

Crónica de Barquerito en la página web torosdos.com.

domingo, 22 de agosto de 2010

Sergio Aguilar

El madrileño Sergio Aguilar ha sido corneado por dos ocasiones esta tarde por el primer toro de su lote en la primera corrida de a pie de Bilbao. Cuando se disponía ha realizar faena con la izquierda ha recibido una cornada de 15 centímetros en el muslo izquierdo. El de Vallecas ha continuado por ese pitón hasta que ha recibido una cornada en el cuello recordando a la que sufrió Julio Aparicio en la pasada feria de San Isidro. Esperemos una pronta y buena recuperación y te veamos pronto vestido de luces. Suerte Maestro.

Bilbao 2010


Hoy empiezan las Corridas Generales de la capital Vizcaína, después del mano a mano entre Pablo Hermoso y Leonardo Hernández. Ocho festejos programados donde asistirán a Bilbao todas las máximas figuras del torero y el mejor elenco ganadero del momento. Bilbao es conocida como una afición torista, gran aficionada y entendida sin dejar a tras al torero, al que hay un gran respeto. El trapío de los toros de Bilbao no se puede comparar con los de Madrid, Sevilla ni Pamplona. La pasión con la que se vive el toro es diferente a los demás sitios. El aficionado de Bilbao es serio, justo y ejemplar.

Alcurrucén, Fuente Ymbro, El Tajo y La Reina, Victorino Martín, El Ventorrillo, Zalduendo, Puerto de San Lorenzo y el debutante José Escolar forman el cartel ganadero donde hay variedad de encastes prevaleciendo el domecq. Aún así estoy seguro que la presentación de los toros serán excelentes.

En cuanto a toreros Morante, Ponce, Juli, Perera y Manzanares irán a dos tardes. El Cid volverá a matar Victorinos en Bilbao después de su heróica encerrona con el hierro de la A coronada en 2007. Fandiño, gran torero local lo veremos acartelado el sábado 28 con toros de El Puerto de San Lorenzo, al parecer más cómodo de lo que normalmente lo vemos. Otro torero que hizo bien los deberes en Madrid, Morenito de Aranda, debutará con los toros de Albaserrada, los del también debutante don José Escolar Gil. Esperemos que sea una gran feria y que triunfe el toro.

miércoles, 18 de agosto de 2010

Cuadri y Partido de Resina para la Feria del Pilar

Después de este pequeño paréntesis de vacaciones retomamos de nuevo el blog. Mundotoro ha adelantado las ganaderías que formarán la próxima feria de El Pilar de Zaragoza. Regresan dos ganaderías toristas, de las que me gustan mucho, Partido de Resina y Cuadri. Junto a estas vuelven las triunfadoras de la pasada feria Antonio Bañuelos y Salvador Domecq. Núñez del Cuvillo, Montalvo y Valdefresno conforman el abono que empezará el 7 de Octubre y terminará el 17 del mismo mes.


Preciosa estampa de los antiguos Pablo Romeros.



La seriedad de los Cuadris volverán a verse en el coso de Pignatelli.

viernes, 6 de agosto de 2010

Padilla y su encerrona.

Foto de la página web de Victorino Martín.

A esto se le llama coger respiro. La foto anterior pertenece al Victorino reseñado para la encerrona de seis toros para Juan José Padilla el 14 de Agosto en Sanlúcar de Barrameda. Los seis toros pertenecen a los hierros de Torrestrella, Salvador Domecq, Gavira, Miura y Victorino Martín y Fuente Ymbro. Suerte Maestro!

jueves, 5 de agosto de 2010

Días de Campo


Antes de las vacaciones veraniegas os dejo un par de fotos realizadas en los campos de la Ruta del Toro en Cádiz. La primera imagen pertenece a la ganadería de La Martelilla, la segunda es de dos toros de Núñez del Cuvillo en plena pelea sin consecuencias.Que paséis un buen verano.