ENCERRONAS, PACHANGAS Y FALTABAN LAS CHARANGAS
El viernes 27 de Julio nos fuimos para Valencia a presenciar una nueva tarde de toros. Seis astados para un único espada. Tres
ganaderías; Alcurrucén, Adolfo Martín y Fuente Ymbro. Había muchas ilusiones
puestas en este mano a mano entre dos toreros que están apretando esta
temporada. Javier Castaño se cayó del cartel por la cornada de la semana
pasada, y dejó a Iván Fandiño solo en el camino. Tal como esta la cosa de pueril
en el escalafón, había que aplaudir la tan alocada y disparatada apuesta del de
Orduña. Y eso que su última encerrona en Bilbao aun escocía. Pero como digo
para triunfar en este tipo de envites hay que querer, querer, querer y poder. Y
este tipo de propósitos no solamente se solventan con la disposición y
anunciarse.
El cielo nublado con amenaza de
lluvia. Ambiente frío pese al asfixiante calor. La plaza a oscuras y en los
tendidos un tercio, poco más. Fandiño inicia el paseíllo ante un público
dormido, que se despertó a mitad de la tarde. Antes el de Orduña, muy vulgar con
pocas ideas, despechó un toro de Alcurrucén que cumplió en varas, y se vino a
menos en la muleta. El segundo fue del hierro de Adolfo Martín. Un toro que no
vimos en el caballo. Cuando Fandiño intenta torear por el pitón izquierdo
recibe una fuerte voltereta que le rompió la chaquetilla. Todo quedó en un
susto. Alguno ya se despertó. Nunca se mostró seguro con el cárdeno, que fue
difícil y había que apostar. Iván por debajo del de Adolfo. Con el tercero de
buen trapío, ya estábamos todos con el mechero en la mano para podernos ver.
Parecía que iba a ser el toro de la tarde, hasta que se rompió el pitón derecho
en un remate a tablas y tuvo que ser devuelto. Salió una burra mansa de toriles
con el hierro de Alcurrucén. Saltó al callejón y la gente se despertó. El
ambiente cada vez mas frío, allí no pasaba nada. El panorama era tan triste que
el cielo se echó a llorar. Algunos cansados empezaban a pitar. Porque encima la
burra no transmitía nada. Y Fandiño parecía que menos. El cuarto de Adolfo fue
el mejor de todos. Bien presentado. El torero sigue tenso, tenía un buen toro
delante. Fandiño toreo con mucho temple al natural. Pero ahí quedo la cosa, en
silencio. Ya estamos en el quinto, un zambombo de Fuente Ymbro, porque a pesar
de lo que cuenten era un zambombo. Sin gracia alguna. Pitado de salida. Iván se
le ve más dispuesto que a los que pitan pero menos de los que aplaude. Quite
por chicuelinas, el toro embiste con la cara alta. Además de feo, es insubstancial
para transmitir. Al final de faena calienta el ambiente con manoletinas para
ganarse una oreja.
El último un toro de Alcurrucén,
basto de presencia, alto, sin pechos, poca expresividad de toro bravo, se
parece mas a un buey de esos que te encuentras por las cunetas de la carretera.
No toma los engaños, mansea en varas. Aun así el buey tiene su lidia y Fandiño
estuvo a la altura. Como lo queríamos ver toda la tarde. Le cambió los terrenos
y le ligó tres tandas por el pitón derecho que fueron lo mejor del día. Iván
ha estado muy bien con este toro. Fuera de la vulgaridad que ha tenido toda la
tarde. Entra a matar llevándose una aparatosa voltereta. A la segunda vez mata
al buey y se gana una oreja que le vale para salir por la puerta grande. Y esto
no quiere decir que siempre que se sale a hombros se haya estado bien, ni
siempre que se sale andando se haya estado mal.
Volvimos al otro día a Valencia. Dicen
que el cartel más fuerte de esta Feria de Julio. Ponce y Morante. Seis toros
impresentables para una plaza de primera. Y así ya es imposible continuar.
Nos sabemos quienes son los
responsables, pero sí que nos lo imaginamos. Por la mañana en el sorteo no lo
tenía muy claro don Curro Vázquez, menos aún el presidente de la corrida que
tuvo que reconocer más de 20 “toritos” para aprobar 6 de ellos, que así fueron.
Nunca el toreo tuvo más belleza ni más
emoción con tan poco toro. Así es el toreo moderno. Nos han engañado, aquí se
anunciaba una corrida de toros con un cartel rematado pero no había toros. Eso
sí, los borreguiles que salieron por chiqueros, siempre te pueden dar una
cornada en cualquier momento. Pero fueron tan nobles, bondadosos, dulces, y hechos
tan a modo que los toreros deben padecer azúcar con tanto bombón. Cuatro
colaboraron, como dicen ahora. Los tres de Ponce que realizó tres faenas muy
similares basadas en el pitón derecho. Nunca les bajó la mano. Pobres
animalitos. Tan solo logró una oreja que hubieran podido ser mas ha no ser por el fallo a espadas y por un
presidente que quiso poner el listón muy alto, ¡a buena hora!. En el quinto se
destapó la locura con un pique de quites entre el valenciano y el sevillano. El
olé retumbó la plaza. Primero Morante por chicuelinas en versión puro “Morante”,
y luego sacó el orgullo Ponce con la misma suerte pero en versión “Ponce”.Sin
duda lo mas destacable de la tarde. El
lote de Morante fue de escándalo, si ya estaba mal presentado aun fue peor el
comportamiento de los dos primeros que le tocaron en suerte. El primero
agarrado al piso, manso, no tuvo ni un pase. El segundo de Morante, era más
propio para una novillada. Se apagó pronto en la muleta del maestro de La
Puebla. Lo mejor de la tarde fue el sexto. Morante toreó a la verónica. En el
tercio de varas apretó y derribo el caballo las dos veces. Gran tercio de
varas. Ya en la muleta se vino a menos pero las pinceladas de Morante ahí quedaron
ante un toro bravo, con la recompensa de una oreja.
Con esto terminó la tarde del
mano a mano pero sin toros. Y luego dicen que al de la Puebla hay que
perdonarle todo. Tanto perdonaremos que dejaremos que se vaya la fiesta al
carajo. Abran algunas veces los ojos y no se queden callados como lo hicieron
el público de ayer. Morante con otro apoderado ganaría mucho mas y la afición y el
público también. ¡Al final de todo estamos arreglaos!.
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