domingo, 24 de julio de 2011

José Tomás casi la perfección, Arturo Saldívar Puerta Grande.


Ya lo tenemos aquí. Ya ha reaparecido. Y de que manera. Expectación a lo grande. La corrida de El Pilar fue mala, con mala picardía. El pobre José volvió a recibir una espectacular voltereta. De las que te dejan 15 días en la cama sin moverte. Gracias a dios y al parecer no fue nada. Se confío con el quinto al inicio de faena por estatuarios. Pedazo cabrón le tocó en el sorteo. De esos que te quieren cojer sea como sea. Pero ahí estuvo el de Galapagar, demostrando porque manda en esto del toreo. Y tanto que lo demostró. El viento se hizo notar, con ello numerosos enganchones. Aun así José Tomás demostró su concepto, con que ideas viene, con la de mandar, poderles, mano baja  y un compás más abierto nunca visto, sea cual sea su adversario. Pasandoselos mas cerca de lo imaginable. Naturales ceñidos. Vamos el toreo soñado. Pero lo más difícil es crearlo ante un hijo puta como el que le tocó ayer.
 
Su reaparición tenía que ser una fiesta, el primero en apuntarse Arturo Saldívar. Le tocó en suerte el mejor lote. También recibió palo. Al salir de una tanda con su primero se confió y el toro se le arrancó propinando una fea cogida sin consecuencias. Corto una oreja a cada toro. El joven mejicano demostró ganas y supo salir del paso en una tarde de mucho compromiso. Los ojos estaban puestos en otro pero agradó al público y se llevó premio. Puerta Grande.

Victor Puerto, último invitado para la fiesta. Sabía que esto no iba con él. Intentó agradar, demostró mucha disposición. Tuvo un lote con poca gracia de más a menos, con falta de emoción. Dejó algún detalle. En general actuación muy buena.

Al final José Tomás no cortó las dos orejas, ni salió a hombros. Algunos aun se están acordando del presidente. Pero eso es lo de menos. En la retina se quedará esa pureza con la que ha vuelto. Esa perfección que quiere realizar. Este romántico del toreo no le hace falta demostrar que es el número uno porque ya lo es. Pero su afán de superación hace que sea algo más que un mito. Allá en Aguascalientes volvió a nacer. José Tomás esta muy vivo pese a quién le pese.

Cronica de Andrés Verdeguer. Cornadas para todos

TARDE DE EMOCIONES EN LA REAPARICIÓN DE JOSÉ TOMÁS Y PUERTA GRANDE PARA ARTURO SALDÍVAR

 Plaza de toros de València, 23 de julio de 2011. Feria de Julio. Toros de El Pilar, de correcta presentación, estrechitos, pero bien puestos por delante. El peor presentado el segundo. Salvo primero y cuarto, el resto con casta. Lo mejores, tercero y sexto. Víctor Puerto (ovación y silencio), José Tomás (ovación y una oreja con petición de la segunda y dos vueltas al ruedo) y Arturo Saldívar (una oreja en ambos y salida por la Puerta Grande). Lleno de hay billetes.

Corridas así a uno le dejan roto. Roto de emociones. Tarde histórica en la Plaza de toros de València. Tal vez ya lo era antes de empezar y así se palpaba en el ambiente e incluso un mes antes. Tarde de contrastes y cientos de matices. Por la reaparición de José Tomás, con todo lo que supone y con todo lo que lleva detrás. Porque allí todos querían sentir con los cinco sentidos. Porque el toreo fue intenso, la torería corrió a raudales y porque todo fue de una verdad absoluta, sincera y a cara de perro.

José Tomás reapareció 15 meses depués de la tremenda cogida en Aguascalientes que casi le cuesta la vida, y volvió para irse al mismo sitio, con la misma pureza e igual o más entrega al toreo y a la vida. Y como compañeros de cartel Víctor Puerto y el mexicano Arturo Saldívar que no vinieron simplemente por estar. Sino que vinieron a entregarse. Lo del mexicano, puro 'maracanazo'. Salió a quedarse quieto, a hacer el toreo y a triunfar. Y vaya si lo hizo porque se fue en volandas por la Puerta Grande con todas las de la ley.


La corrida de El Pilar fue de correcta presentación, estrechita, pero bien puesta por delante, e interesante en sus comportamientos, aunque no estuvo sobrada de fuerzas. El toro con el que volvió José Tomás fue muy asardinado y con mucho que torear. Los más sin fondo y flojos, los que le tocaron a Víctor Puerto. Y los mejores, dos toros de verdad importantes, los de Saldívar, sobre todo el sexto, que se llamaba 'Dudón'.


José Tomás cortó una oreja, pero lo más importante fueron todas las senciones que dejó. Inmenso por actitud y discurso, los de su capote y poderosa muleta. Mientras que Víctor Puerto, más desafortunado con el lote, sobre todo, ofreció una lección como director de lidia siempre atento, siempre donde se le requería, y eso también es signo de torería.


José Tomás, de lila y oro, le cogió el pulso a la tarde en el quite al primero. Por delantes, finos y suaves y media de remate. Toda una declaración de intenciones para todo lo que vendría después frente a dos toros inciertos que no fueron ni mucho menos la tonta del bote.


Protestón fue 'Burreñito', el castaño con el que reapareció. Picado con justeza y quitado con soberbió quite por gaoneras con el compas abierto y en una baldosa, sin enmendarse. José Tomás en estos 15 meses ha crecido en su tauromaquia. Encajado de riñones, las zapatillas sujetas al albero y de frente por detrás. Otro golpe a los corazones. Y Saldívar que tampoco dejó escapar su turno para decir aquí estoy yo, quieto como un palo quitó por tafalleras


Al toro, que no tenía costumbre por humillar, José Tomás le indilgó faena de mano baja, mucha profundidad e impávida quietud. Atornillado por completo, ligó y sometió. Muletazos de emocionante pureza a un toro no fácil en los mismo medios, totalmente entregado y encajado de riñones. Que hubo enganchones y que fue desarmado dos veces porque el toro le piso las telas, sí. Pero el toreo es un arte imperfecto y lo que embestía no era un carretón ni mucho menos. Pudo y llevó más largo y sometido con la diestra, con la mano totalmente soterrada e insistió con la zurda como signo de torería. Por el fallo a espadas la actuación quedó en rotunda ovación.

Este toro lo había brindado al equipo médico de Aguascalientes que le atendió de la cornada que casi le cuesta la vida.


El quinto, colorado y algo acaballado, tuvo tendencia a humillar y a vencerse un pelín por el izquierdo, lo mismo que a mansear y salirse suelto. Así lo hizo del primer encuentro con el picador. La seguda vara, más cogida, no lo acabó de aplomar y el toro quedó crudo. Entre medias, y otra vez abriendo el compás, hizo un quite por chicuelidas abrochado con una media abelmontada --señas de identidad-- y una torerísma larga como recurso para vaciar al toro que se había vuelto. Saldívar no quiso quedarse callado y se explicó con uno de frente por detrás y por alto.

Tras brindar al público, José Tomás citó en los mismos medios para iniciar con ayudados por alto. Y allí vivimos otro milagro. El toro, cambió la dirección en el último instante, atropelló a José Tomás, lo lanzó, le dio la vuelta de campana y la cogida y, sobre todo, la feísima caída hizo temer lo peor. Por suerte, el matador se levantó totalmente noqueado y tras unos minutos en el callejón volvió a la cara del toro.

Fue un exceso de valor probablemente contra la razón y por suerte un auténtico milagro. Lo suyo y lo que hizo después del tremendo viaje era doblarse y someter al encastado y mansurrón de El Pilar, siempre buscando la huída y al que JT siempre esperó y citó en los medios para poderle.


Lo que parecía imposible, el hombre se impuso ofreciendo todas las ventajas al toro, pero nunca sus terrenos hasta el final. No fue una faena limpia, pero si cargada de sinceridad. El son del toro no era el de salida con cadente humillación. Protestó y no tuvo voluntad de embestir. Fue todo pura provocación. Muy enganchado en redondo, fue con naturales impuros pero por abajo donde acabó el toro por entregar las cartas. Y ya en terrenos de chiqueros y tras unas manoletinas, otra vez con el compás abierto, mató de buena estocada. La plaza, un clamor, pidió las dos orejas. Fue una, la presidencia mantuvo el tipo y José Tomás dio dos vueltas al ruedo. Más que los trofeos lo que quedó fue otro milagro y una actitud de torerazo de impresión.


Arturo Saldívar quiso también interpretar papel protagonista en tarde tan histórica y acabó sorprendiendo por su tremendo valor y concepto. No renució a su sitió y se reivindicó con la capa, quedándose quieto y haciéndoles faena a los dos mejores 'pilares' de la tarde.


Con un cambiado por la espalda inició la faena a su primero para después pasárselo por la faja en una larga serie de redondos de mano muy baja que pusieron la tarde más cara todavía. No sólo estaba José Tomás. Arturo Saldívar también tenía qué decir con la muleta siempre arrastras.


Toro con mucho que torear el tercero y que sorprendió a Saldívar por la espalda tras rematar una serie. Afortunadamente no pasó nada. El toro era de los que siempre piden y exigen más y encontró en Saldívar a un contrincante que nunca rehuyó la pelea.


Y si bueno fue el tercero, el sexto todavía más. 'Dudón' se llamaba y menudo fue. Repetidor incansable, persiguió con afán la muleta baja de Saldívar, que si bien condujo la embestida, no la sometió del todo. Era el toro el que se metía conforme avanzaban las tandas en el terreno del torero. Lo de las fuerzas centrífugas y centrípetas del toreo y la bravura del toro. Y por eso mismo y la actitud de Saldívar, el guiso tuvo emoción. Las manoletinas finales de gran ajuste y la estocada buena resolvieron en el meritorio premio de la oreja y la salida por la Puerta Grande. Es para darle la enhorabuena al chaval y a todo México. Aquí hay torero, hermanos.




Víctor Puerto trajó magnífica actitud. En su primero arrancó fuerte, contestando al quite de José Tomás, como queriéndole decir que esto está así, y en un comienzo de faena de rodillas en el que ligó en las rayas seis o siete muletazos largos y templados que pusieron la tarde más cara todavía. Luego pudo soplarle otra serie más buena de verdad, pero a partir de ahí el toro echó el cierre.


Más pronto todavía lo echó el cuarto, y Puerto no tuvo otra que meterse entre los pitones para justificarse. Pero si no pudo lucirse, en lo que sí que destacó fue en la colocación durante toda la tarde y en la dirección de lidia. Ahí estuvo magistral.


En fin, tarde para la historia cargada de emociones en la que reapareció José Tomás en toda su grandeza y verdad y en la que Arturo Saldívar no dio una alegría de las buenas. Enhorabuena a todos los que somos capaces de emocionarnos.

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