Tenemos en muchas ocasiones los aficionados los aficionados a los toros, la mala
costumbre de dar poca importancia a las corridas y otros festejos taurinos que
se celebran en las plazas llamadas de 3ª y 4ª categoría, utilizando términos
que llegan a rozar lo despectivo, como el título que encabeza este artículo.
Grave error el nuestro, si tenemos en cuenta que el toro todavía
no es consciente de los habitantes que tiene la ciudad en cuya plaza lo han
soltado por chiqueros, ni cuánto cobró el arquitecto que la diseñó, ni quién
gobierna el Ayuntamiento, ni lo que valen las entradas, ni cómo se llama el que
le va a poner los engaños para lidiarlo, ni quién ha templado el acero del
estoque que va a dar fin a su existencia. Total, que no sabe nada de nada, pero
nosotros, como somos tan listos, lo despreciamos antes de conocerlo, ni de que
lo suelten, haciendo infames comentarios como: ¡Ya verás la m…. de
bureles que nos han traído! Y otras lindezas similares. Luego resulta que
muchas veces salen comiéndose las piedras, dan un resultado extraordinario y
algunos son merecedores (muy pocos, también es verdad) de indulto, pero
nosotros ¡erre que erre! Y ¡dále que te pego!, el próximo año haremos los
mismos comentarios.
Algo parecido nos pasa con los toreros, que si no son contratados
en las grandes ferias, los llamados primeros circuitos y las corridas de
postín, también solemos minimizarlos, llamándolos “segundones”,
“torerillos de chicha y nabo”, “provincianos” y
adjetivos similares, de los que nuestro diccionario tiene un camión. Volvemos a
equivocarnos, porque el que se viste de luces suele tener pundonor, vergüenza
torera, atesorando en muchas ocasiones valores artísticos de más calado que
muchas “figuritas”, saliendo a darlo todo ante cualquier público
que vaya a verlo, aunque sea poco y aunque las entradas valgan baratas, que
suele ocurrir pocas veces.
Otro de los muchos errores que cometemos es pensar que como son
pueblos, son facilones los Presidentes, regalan las orejas, no tienen ni idea
de esto de los toros, ya se sabe ¡gente de pueblo, gente ignorante!,
llevándonos sorpresas en muchas ocasiones, porque el público es muy parecido en
casi todas las plazas (reconociendo que tienen distintos comportamientos),
porque los aficionados son los que son y el público que va a los toros es el
que es. Este gravísimo error lo suelen cometer los 4 ¡tontitos! De Madrid, que
piensan que son los creadores del arte de Cucharees, aunque no saben ni quién
era, ni siquiera si existió, pero luego vas a las Ventas, te fijas en sus caras
(cosa que yo suelo hacer) y te das cuenta que de Madrid, Madrid, Madrid…,
son 16 y mi amigo Cañavate 17, que tampoco es de allí.
¡VIVAN LAS CORRIDAS DE LOS PUEBLOS!.
Jesús Valencia Algarra.
Fotos de festejos en las plazas de toros de Vall d'Alba y Benasal.
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