"Una pelea de gallos pero menos".
Entrega de Ponce con un manso; autoridad y dominio de El Juli, con un sobrero cinqueño y desigual Manzanares, con el mejor del lote.
Bilbao 26 Ago, (COLPISA, Barquerito).
Bilbao. Jueves 26 de Agosto de 2010.
Los dos toros de mejor aire de la corrida de El Ventorrillo cayeron juntos en un mismo lote. Primero, un tercero boyancón que , al lanzarse, echó las manos por delante, pero que se fue dando poco a poco y nunca del todo: la cara arriba en los viajes de mano diestra y, en cambio, humillando el viaje en la siniestra. Fue muy medido en varas y una vez más se aplaudió en Bilbao no por picar bien sino por picar poco. Se vino arriba en banderillas con vivo galope y le dio un giro al son de la corrida.
Dos enormes toros de Bilbao para abrir boca y cortar la respiración. El primero, pegado en exceso en varas. Ponce estuvo hiperactivo y en muy corto tramo le pegó unos cuantos muletazos de más. De pronto hizo gestos a la galería de que el toro no servía, por si alguien no se había dado cuenta, y rindió cuentas de estocada caída, ladeada y tendida. Y sin muerte. El toro se aculó en tablas, se echó, se levantó y volvió a echarse.
Al segundo, tan hondo como el quinto que completaba lote, lo recibió El Juli con cinco despaciosos lances de manos bajas pero sin apenas eco. Como tantos de los detalles digamos técnicos que El Juli prodiga generosamente. Iba a haber de esos unos cuantos a lo largo de la tarde. El toro metió los riñones en el caballo pero echó la cara arriba y salio tambaleante. La segunda visita al picador se saldó con un picotazo y un "¡vale!". El toro se había acostado por la izquierda mucho y El Juli, abierto en los medios sin demora, se puso por la otra mano y suavemente: como si le diera confianza. El Juli, se cambió de mano. Del tercer viaje ya salió el toro de naja. Intentos de sujetarlo que fueron estériles. Sin perder tiempo, cambió Julián de espada y cobró un sopapo marca de la casa.
La corrida traía tres toros de reatas o familias afines: los dos de El Juli y el segundo de Manzanares. El sexto, de tan buen aire. El más bondadoso también. Ni un primer puyazo excesivamente caído, ni el hecho de desmontar sin derribar al piquero, que a veces descompone a los toros, nada perturbó el carácter del toro, al que Manzanares pegó de salida lances a pies juntos. Con el ambiente a favor como si soplara el viento de popa. La música fue sordina para las voces exageradas en los cites. Cambios de distancias y de mano, como si Manzanares tocara todas las teclas a la vez. Una tanda de muletazos rehilados sin soltar toro. La belleza de otra con la zurda. Una buena estocada.
Crónica de Barquerito eldiariomontanes.es
Foto de Javier Arroyo, Suerte Matador
Dos enormes toros de Bilbao para abrir boca y cortar la respiración. El primero, pegado en exceso en varas. Ponce estuvo hiperactivo y en muy corto tramo le pegó unos cuantos muletazos de más. De pronto hizo gestos a la galería de que el toro no servía, por si alguien no se había dado cuenta, y rindió cuentas de estocada caída, ladeada y tendida. Y sin muerte. El toro se aculó en tablas, se echó, se levantó y volvió a echarse.
Al segundo, tan hondo como el quinto que completaba lote, lo recibió El Juli con cinco despaciosos lances de manos bajas pero sin apenas eco. Como tantos de los detalles digamos técnicos que El Juli prodiga generosamente. Iba a haber de esos unos cuantos a lo largo de la tarde. El toro metió los riñones en el caballo pero echó la cara arriba y salio tambaleante. La segunda visita al picador se saldó con un picotazo y un "¡vale!". El toro se había acostado por la izquierda mucho y El Juli, abierto en los medios sin demora, se puso por la otra mano y suavemente: como si le diera confianza. El Juli, se cambió de mano. Del tercer viaje ya salió el toro de naja. Intentos de sujetarlo que fueron estériles. Sin perder tiempo, cambió Julián de espada y cobró un sopapo marca de la casa.
La corrida traía tres toros de reatas o familias afines: los dos de El Juli y el segundo de Manzanares. El sexto, de tan buen aire. El más bondadoso también. Ni un primer puyazo excesivamente caído, ni el hecho de desmontar sin derribar al piquero, que a veces descompone a los toros, nada perturbó el carácter del toro, al que Manzanares pegó de salida lances a pies juntos. Con el ambiente a favor como si soplara el viento de popa. La música fue sordina para las voces exageradas en los cites. Cambios de distancias y de mano, como si Manzanares tocara todas las teclas a la vez. Una tanda de muletazos rehilados sin soltar toro. La belleza de otra con la zurda. Una buena estocada.
Crónica de Barquerito eldiariomontanes.es
Foto de Javier Arroyo, Suerte Matador
No hay comentarios:
Publicar un comentario