La ilusión es la fuente de donde beben los niños y los jóvenes para mantener
viva la esperanza del futuro; es también la llama que mantiene en pié al hombre,
para no caer derrotado frente a los sinsabores cotidianos y la luz que nos
ilumina en las largas noches que nos trae el paro.
El iluso es aquél que confunde la realidad con la imaginación, la velocidad con
el tocino, el culo con las témporas, lo que es con lo cree que debería ser,
vamos que es un gilipollas integral. Me viene a la memoria aquello de “Y vivía
de ilusiones el t……………..”.
El ilusionista es el individuo que tiene la capacidad de hacer ver a un tercero
lo que éste quiere ver, utilizando artimañas y trampas de difícil captación por
el poco experimentado, consiguiendo ponerle cara de bobo y de
sorpresa.
En el primer tercio, encontraríamos en la vida común, ejemplos múltiples en
nuestro entorno y con respecto al mundo de los toros, identificaríamos enseguida
a los chavales de las escuelas taurinas, a los novilleros que no se arredran
tras llevarse algún porrazo, que se levantan sin mirarse, porque saben que este
mundo es así de duro y a los jóvenes toreros que se sienten gozosos al disfrutar
de una tarde gloriosa en una plaza importante, dando la vuelta al ruedo, con los
trofeos dignamente cortados a su oponente, que ha tenido un comportamiento
excelente, haciendo el avión al embestir y colocándose (el toro) en el lugar
donde le tenían que colocar los engaños.
En el segundo tercio, encontramos a aquellos que pensaban, por ejemplo que
Madrid sería la sede de los juegos del 2016 (llamados ya “Los Gallardones”, no
porque derrochen gallardía, sino porque son tan mentecatos de la vida como él).
Es también aquél padre que ve a su hijo dar una patada al balón y se piensa que
ya tiene allí a Butragueño y ¡por supuesto! Al padre, abuelo, tío o avaro
suelto, que al primer esbozo de plantarse delante de una vaquilla, de forma
altiva y descarada, acompañando el viaje con cierta gracia, que tiene el hijo,
nieto, sobrino o niñato de la vecina del quinto, que está que rompe (en el caso
del avaro ligón), montamos la de San Quintín y pensamos que nos encontramos ante
la viva imagen de Manolete, Belmonte o Paco Camino.
En el tercero y último tercio, tenemos los españoles vivos ejemplos, pero el más
cercano en la cotidianidad es, sin lugar a dudas, nuestro actual Presidente del
Gobierno, cuya profunda chistera no tiene fín y cuya gracia para convencer no es
superada por ningún mago viviente. En el toreo, hemos tenido en todas las
épocas, personajes ilustres, que han sido verdaderos ilusionistas, haciendo ver
a los aficionados más mentira que verdad, echándole más cuento que
Calleja, pero tienen perdón aquellos que se visten, aunque los verdaderos
ilusionistas son aquellos que manejan las riendas desde fuera, con el dinero
mafioso y las publicidades engañosas.
Los tres tercios tienen nombres y apellidos, fecha de nacimiento y lugar de
procedencia, pero dejo a la amplia imaginación de los aficionados esta labor de
fácil adivinanza y ya lo comentaremos más despacito.
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