viernes, 19 de octubre de 2012

Tercio de varas

Copio estas líneas del Opus 16 de Tierras Taurinas dedicado al tercio de varas.

"El picador, que desde el punto de vista del espectáculo ha perdido el protagonismo que tuvo en el siglo XVIII (le toca reconquistarlo), ha conservado con el paso de los siglos su carácter indispensable dentro de la función histórica. Poner en tela de juicio la puya o desnaturalizarla, reduciendo su objetivo a un acto puramente destructor y secundario, equivaldría modificar el proceso histórico impulsor de la corrida y, en consecuencia, alterarlo a corto plazo. Del rigor y correcta ejecución del tercio de varas (en el ruedo o durante los tentaderos) depende la permanencia de la bravura del toro. A través de la puya se hace pública su bravura. Gracias a ella, el espectáculo encuentra su justificación y razón de ser: es el único baluarte contra la decadencia.

Esta muralla hoy necesita ser restaurada: desde hace veinte años el proceso de desolación se ha acentuado y la corrida ha seguido evolucionando hacia un sentido del espectáculo que favorece al torero. Si bien algunos aficionados lamentan la pérdida de casta inherente a este fenómeno, lo que supone un problema real, ninguno puede negar que el grado de bravura ha aumentado por todas partes. Sin embargo, esta bravura moderna conlleva su propio castigo: galopando humillando mientras persigue las telas, algo que no hacía en otro tiempo, el toro gasta más energía incluso que creciéndose bajo el peto donde, como agravante, el más bravo recibe mayor castigo. Lo que vuelve innecesario que la puya lo ahorme para obligarle a humillar y, por tanto, para torearlo mejor, ya que su actual bravura lo empuja a hacerlo de manera natural."

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